Víctor Andrés Belaúnde
Víctor Mario Rafael Andrés Belaúnde Diez-Canseco (Arequipa, 15 de diciembre de 1883-Nueva York, 14 de diciembre de 1966) fue un pensador, jurista, diplomático, político, intelectual, filósofo, escritor y educador peruano. Católico y humanista, formó parte de la "Generación del 900" (junto con Francisco García Calderón Rey y José de la Riva-Agüero y Osma).
Al
igual que José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre aunque desde
posiciones ideológicas antagónicas se destacó como una de las voces más
importantes en la reflexión de la sociedad peruana.
Además llegó a ocupar la presidencia de la Asamblea General
de las Naciones Unidas.
Biografía
Sus padres fueron Mariano Belaúnde de la Torre y Mercedes
Diez-Canseco Vargas, hija de Pedro Diez Canseco y Corbacho, presidente del
Perú. Hermano de Rafael Belaúnde Diez Canseco este padre del presidente
Fernando Belaunde Terry.
Se formó en los Colegios San Vicente de Paul y San José,
luego ingresó a la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. En 1901
pasó a Lima para estudiar en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde
ejerció además la docencia universitaria (Historia de la Filosofía Moderna e
Historia Moderna). Obtuvo los grados de doctor en Jurisprudencia (1908),
Ciencias Políticas (1910) y Letras (1911).
En 1903, fue nombrado secretario del Archivo de Límites del
Ministerio de Relaciones Exteriores y, posteriormente, de 1905 a 1906,
secretario de la misión acreditada en Argentina para hacer la defensa del Perú
en el litigio de límites con Bolivia, ya que el presidente argentino había sido
nombrado árbitro de dicho diferendo. Pasó a España para culminar la compilación
e impresión de la documentación peruana que sustentaba su defensa.
De 1907 a 1911 fue jefe de la División de Límites en el
Ministerio de Relaciones Exteriores. En 1914 pasó a la legación peruana en
Alemania como encargado de negocios y al año siguiente fue transferido con el
mismo cargo a Bolivia.
En 1918 fundó el tercer Mercurio Peruano, revista de la que
fue director hasta 1932.
En 1919, bajo el segundo gobierno de José Pardo fue nombrado
ministro plenipotenciario en Uruguay, pero renunció al producirse el golpe de
Estado de Augusto Leguía.
Regresó al Perú y se reincorporó a la docencia universitaria
en San Marcos. Realizó una gira por los Estados Unidos, dictando conferencias
en más de 40 universidades y colegios (1919-1920).
Nuevamente en el Perú, desde la Universidad de San Marcos
abogó por la libertad de los presos políticos y protestó por la expropiación
del diario La Prensa. Su oposición al gobierno de Leguía motivó que sufriera
persecución política. Apresado, fue confinado en la Isla San Lorenzo, y luego
desterrado.
Durante su exilio, pasó una temporada en Francia, donde se
casó con Teresa Moreyra y Paz Soldán. Luego se dirigió a los Estados Unidos,
donde dictó cátedra en las universidades de Columbia, Middlebury, Virginia y
Miami, y conferenciante en la Universidad Johns Hopkins y en la Universidad de
Chicago. Fue también funcionario del Instituto de Cooperación Intelectual de la
Sociedad de Naciones.
En 1930, al caer el gobierno de Leguía, regresó al Perú y fue
elegido diputado al Congreso Constituyente de 1931, por el Partido
Descentralista y en representación de Arequipa. La impronta de su trabajo
constituyente se registró en la Constitución peruana de 1933.
El segundo gobierno de Óscar R. Benavides lo reincorporó al
servicio diplomático, designándolo ministro plenipotenciario en Colombia
(1934-1935) y luego en Suiza (1936-1939). Fue también embajador especial en las
Naciones Unidas (1936) y la Conferencia Internacional del Trabajo (1936).
Debido a su prestigio como internacionalista defensor de los
intereses del Perú, fue requerido por su gobierno para integrar la delegación
peruana que en Río de Janeiro negoció la solución del conflicto con Colombia
(1934). También fue acreditado como miembro de la delegación peruana acreditada
ante el gobierno de Estados Unidos, en el marco de las negociaciones de límites
con el Ecuador (1938).
En 1945 presidió la delegación peruana en las Naciones
Unidas, y posteriormente, entre 1959 y 1960, llegó a presidir la Asamblea
General de dicho organismo.
Durante el segundo gobierno de Manuel Prado, fue Ministro de
Relaciones Exteriores del Perú, de 8 de enero a 4 de abril de 1958.
Siempre vinculado a las actividades académicas, fue decano de
la Facultad de Letras, Ciencias Políticas y Económicas, así como vicerrector y
rector interino de la Pontificia Universidad Católica del Perú (1946-1947). Fue
gestor de la creación del Instituto Riva-Agüero en 1947. En 1965, fue nombrado
Rector emérito de la PUCP.
Falleció en Nueva York, el 14 de diciembre de 1966, un día
antes de cumplir 83 años.
https://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%ADctor_Andr%C3%A9s_Bela%C3%BAnde
José Santos Grocio Prado Linares
(Chincha, 20 de marzo de 1857 - Tacna, 26 de mayo de 1880).
Fue hijo del general de división EP Mariano Ignacio Prado y
de Casilda Linares Neyra, natural de Caravelí, Arequipa. Según Ernesto A. Riva
en sus “Episodios Nacionales”, Grocio Prado fue educado en Europa, donde
seguiría la carrera de medicina que no llegó a concluir por seguir a sus
hermanos Justo y Leoncio, a las luchas por la independencia de Cuba y
Filipinas. En 1876, estaba con sus hermanos luchando por la Independencia de
Cuba.
En una carta que el Presidente de la República de Cuba en
Armas, doctor Tomás Estrada Palma envía a Leoncio Prado Gutiérrez, su medio
hermano, le comunica que retiene como su ayudante a Grocio:
“Camagüey, agosto 6 de 1876
Señor Leoncio Prado
Oficial de la Marina Peruana
Muy estimado señor Prado:
La atenta carta de Ud. Que me ha sido entregada por el
Coronel Fernando López de Queralta, bastaría a falta de otras razones, para
demostrar los ardientes deseos que Ud. anima a favor de la causa de Cuba.
Teniendo antes de ahora noticias de los generosos esfuerzos
realizados por Ud., con el propósito de tomar parte activa en la contienda de
que son testigos nuestros campos hace 8 años y que tienen por único objeto
constituir una patria independiente y libre.
Yo me congratulo de manifestar a Ud., nuestro justo
agradecimiento; pero al mismo tiempo me siento apesarado de no poder secundar
desde luego el importante proyecto concebido por Ud., y del cual me ha dado
pormenores el Coronel Queralta.
En el presente caso, como en los demás de igual naturaleza,
tengo que sujetarme a las reglas y prácticas establecidas en nuestra joven
República.
Por eso he creído conveniente remitir a informe del señor
Agente General, el proyecto de Ud., a fin de que procediendo al estudio
necesario poseamos mayores probabilidades de acierto si llegase a estimarse
posible su ejecución.
Me complazco decir a Ud., que su joven hermano Grocio se
halla perfectamente bien. He resuelto que permanezca a mi lado, a fin de tener
cerca la oportunidad de expresarle mi estimación. Sírvase admitir Ud., el
testimonio de mi alto aprecio y las seguridades de mi amistad.
T. Estrada”
Carta del presidente de Cuba Tomás Estrada Palma a Leoncio
Prado#GGC11C
El 12 de septiembre de 1879, Grocio Prado, retornó al país
con el grado de capitán del Ejército de Cuba; su tío el coronel Manuel Antonio
Prado, le hace reconocer el grado de capitán con el que se incorpora al
Ejército del Perú, junto con su hermano Justo, y ambos son destinados al I
Ejército del Sur, que opera bajo las órdenes del general de división Juan
Buendía.
Por sus estudios de medicina pudo muy bien desempeñar un
puesto en las ambulancias que creara el Cirujano Mayor del Ejército José
Casimiro Ulloa Bucello, pero quiso un puesto en el frente de batalla y lo
destinaron al Batallón “Ayacucho Nº 3” e hizo la Campaña del Sur, muriendo en
la Batalla del Alto de la Alianza, en Tacna, el 26 de mayo de 1880.
Las hermanas de Grocio, por parte de madre, Rosalía y María
Manuela Natteri, después de la guerra, solicitaron el montepío al Estado
peruano. El lugar de su entierro, se desconoce, lo único que se puede confirmar
es que la pista sobre él, se pierde después de la batalla.
Batalla de San Francisco
Durante la Campaña del Sur, en el desierto de Atacama, el
problema angustioso de los combatientes, radicaba en la escasez del agua, tanto
así, que tenían que llenar sus cantimploras, a veces, a mucha distancia de
donde se encontraban.
En San Francisco, hubo una gran confusión entre las tropas
bolivianas, éstas tenían un incontrolable temor y deseaban emprender la
retirada. Se notaba en la tropa boliviana gran descontento y esto hacía que el
Ejército boliviano no tuviera ninguna determinación.
Como se había suspendido el ataque para el día siguiente, la
tropa boliviana y peruana se entregó al descanso y a preparar el ataque del día
siguiente al pie del cerro San Francisco. A las 15H25 de la tarde del 19 de
noviembre de 1879, se escuchó el primer disparo, que fue contestado por la
artillería chilena del mayor Juan de la Cruz Salvo.
Desde la aguada El Porvenir el corneta del Zepita anunció el
ataque. El teniente coronel EP Ladislao Espinar se puso al frente de la tropa
aliada. Con el toque de corneta se ordenó a las unidades de ataque subir al
cerro San Francisco. Comenzó la tropa aliada a subir, ganando posiciones
lentamente. Grocio Prado subía con su unidad, siendo fusilados por las tropas
chilenas que se encontraban en la cumbre. A escasos metros de la cumbre, el
teniente coronel Ladislao Espinar, cae
herido.
La tropa aliada seguía subiendo y era una carnicería entre aliados y chilenos, que se fusilaban a boca de jarro; se presagiaba la victoria cuando el Batallón “Zepita” se adueñó de los cañones enemigos. En el lado sur del cerro San Francisco, se peleaba cuerpo a cuerpo.
Se produjo entre la tropa
boliviana el temido desbande: unos 3000 soldados bolivianos abandonaron la
alianza, la batalla y sus armas que quedaron regadas por el desierto. Los
bolivianos, que abandonaron la batalla, tomaron rumbo a su tierra. Cuando se
produce el desbande boliviano, los chilenos cargan por tercera vez y arrojan de
la cima a exhaustos cabitos y puneños.
El coronel EP Andrés Avelino Cáceres sigue luchando con los
sobrevivientes del "Zepita" y del "Illimani", que resisten
sucesivas cargas a la bayoneta y los certeros disparos de las ametralladoras
chilenas. Se produce la derrota, el coronel Manuel Antonio Prado y los restos
del "Ayacucho Nº 1" se refugian en los vericuetos de una salitrera.
La reorganización del ejército se ve dificultada por la presencia de tropas
chilenas de refresco que aparecieron por la línea de Pisagua.
Al concluir la batalla, habían muerto 46 cabitos y el
subteniente EP Palma y había 100 heridos recogidos por las ambulancias peruanas
y chilenas. Del "Zepita", habían muerto tres de cada cuatro soldados.
La división "Puno" perdió 150 soldados y 8 oficiales en menos de una
hora de combate.
Muriendo en la Batalla del Alto de la Alianza en Tacna el
26/05/1880.
https://es.wikipedia.org/wiki/Grocio_Prado
Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz
Mariano Eduardo de Rivero y Ustáriz, (Arequipa, Perú, 22 de
octubre de 1798 - París, Francia, 6 de noviembre de 1857) fue un científico,
ingeniero de minas, geólogo, mineralogista, naturalista, anticuario y
diplomático peruano. Considerado como el principal científico peruano del siglo
XIX y conocido en su tierra natal como "el sabio Rivero", fue una de
las figuras centrales en la organización de nuevas instituciones de la recién
fundada República del Perú.
Formado en Europa desde la adolescencia, volcó en su país
todos sus conocimientos y, poco a poco, desarrolló una interpretación original
sobre el territorio, los recursos y la historia del Perú. Diversas
publicaciones científicas lo convierten en un pionero de las ciencias naturales
en América Latina. Asimismo, fue una figura central en la historia del
anticuarianismo y el desarrollo de la arqueología en el Perú.
Biografía
Mariano de Rivero nació en Arequipa el 22 de octubre de 1798.
Nació en el seno de una familia criolla liberal en el sur de Perú al final del
período colonial. Fueron sus padres don Antonio Salvador de Rivero y Araníbar,
capitán del ejército real en el Virreinato del Perú, y María Brígida de Ustáriz
y Zúñiga. La educación básica o primaria la realizó en el Seminario de San
Jerónimo de Arequipa. Al notar sus aptitudes y capacidades, su familia decidió
enviarlo a Europa para continuar sus estudios y, a la edad de doce años, en
1810, enrumbó hacia Inglaterra. Allí, se inscribió en la Academic Institution
en Highgate, Londres, escuela dirigida por el matemático Daniel Dowling. Esta
institución tenía una fuerte inclinación hacia las ciencias naturales y las
matemáticas, aunque también hacia la geografía y la historia. Perfeccionó allí
también su conocimiento de lenguas como el inglés y el francés.
En 1817, una vez completada la educación inglesa, se trasladó
a Paris, donde continuó sus estudios en la Escuela de Minas y el Jardin des
plantes. En la Escuela de Minas, en condición oficial de alumno extranjero,
pudo aprender de muchos de los científicos más destacados del momento. En el
Jardin des plantes, Rivero llevó clases sobre las diferentes materias que
constituían la Historia Natural. Entre sus profesores parisinos, estuvieron
Pierre Berthier, René Just Haüy, Alexander Brongniart, Louis Joseph Gay-Lussac
y Georges Cuvier.
Un acontecimiento decisivo en la vida de Rivero cuando
residía en París fue su encuentro con Alexander von Humboldt. El sabio alemán
le proporcionó cartas de recomendación que le abrieron las puertas de varios
círculos académicos europeos. Rivero completó su especialización como ingeniero
de minas en la Escuela de Minas de Freiberg, el alma máter de Humboldt, donde
llevó a cabo su primer trabajo de campo.
Tras retornar a París, hizo otro viaje de estudio a España.
Sus primeras publicaciones científicas entre 1821 y 1822 dentro de los campos
de la mineralogía y la química le granjearon la aprobación de sus profesores y
sentaron las bases de una futura carrera como científico. Sin embargo, sus
deseos de regresar a América se entrecruzaron con la historia política del
continente. La independencia de los países de América del Sur le abrió la
posibilidad de retornar como profesional calificado para la formación o
reorganización de instituciones.
En 1821, Rivero fue primero contratado en Londres por Antonio
José de Irrisari para desempeñarse como Director de Minas de la República de
Chile. En 1822, Francisco Antonio Zea entregó a Humboldt una carta de Simón
Bolívar. En ella, el Libertador le pedía asesoría para el envío de una misión
científica que investigara tanto los recursos naturales de la nueva República
de la Gran Colombia, así como estableciera un museo de historia natural y una
escuela de minería. Humboldt, que veía a Rivero como un discípulo prominente,
lo nombró jefe de dicha misión. Después de tres años en los que mantuvo una
correspondencia constante con sus colegas europeos, Rivero partió de Colombia
debido a la falta de apoyo económico y político. Bolívar recomendó entonces su
contratación al gobierno peruano a fin de desarrollar proyectos similares en su
país de origen.
A partir de 1826 en adelante, Rivero realizó varias empresas
en el Perú: impulsó una revista científica, fundó el primer Museo Nacional,
creó la Escuela de Minas, sirvió como prefecto en regiones mineras, publicó
extensamente sobre recursos minerales y escribió el primer estudio anticuario
del Perú poscolonial, Antigüedades Peruanas. Este libro se publicó en Viena en
1851, año de su regreso a Europa, y se tradujo al inglés, francés, alemán al
poco tiempo. Reinsertado en el mundo académico europeo, dio charlas sobre
varios recursos peruanos y también sobre antigüedades. Murió en París en 1857
mientras se desempeñaba como Cónsul General del Perú en Bélgica. Antes de
morir, pudo dejar lista la edición de su Colección de Memorias Científicas e
Industriales, publicación en dos tomos hecha en Bruselas.
Mariano de Rivero se casó el 18 de febrero de 1840 con Águeda
Escolástica Pacheco de Salas y Salazar. La pareja tuvo cuatro hijos:
Candelaria, Guillermina, Eduardo y Máximo. Solo de Guillermina, casada con el
coronel Francisco Llosa y Abril, hubo descendencia.
El científico
Descubrió en 1821 un nuevo mineral originario de Bohemia (hoy
República Checa) al que llamó "Humboldtina" (un oxalato de hierro) en
honor a su amigo y mentor Alexander von Humboldt. En 1821 publicó sus primeros
trabajos científicos sobre su descubrimiento, sobre cobre y salitre en la
revista Annales de Chimie et de Physique de París. Además, hizo los
descubrimientos y estudios, durante su estancia en España, del mineral llamado
sepiolita, así como de las calizas litográficas.
El presidente de la Gran-Colombia, el libertador Simón
Bolívar, decide contratar científicos europeos, que estudien e investiguen los
recursos naturales del país, que auspicien el desarrollo de las ciencias
naturales y de las técnicas mineras, para lograr así una mejora de la economía de
la joven nación. El ministro plenipotenciario de la Gran-Colombia en París
Francisco Antonio Zea contrata a de Rivera en mayo de 1822, quien había sido
recomendado por Alexander von Humboldt, como un "joven científico de
grandes conocimientos y porvenir", para que funde y dirija una escuela de
minas en Bogotá, junto con un grupo de jóvenes científicos europeos formado por
Boussingault, Roulin, Bourdon y Gaudot. Mariano Eduardo realiza los
preparativos para el viaje, compra equipo de laboratorio y hace construir
instrumentos de precisión.
Cristal de Gaylussita mineral descubierto por de Rivero y
Boussingault en Lagunillas, Venezuela
En noviembre de 1822 llega al puerto de La Guaira, Venezuela acompañado por Boussingault. Ambos transitan el Camino de los Españoles y estudian la geología del Cerro El Ávila para lo cual escalan la Silla de Caracas como lo había hecho Humboldt en 1800. En la cordillera de la Costa exploran las fuentes termales de Mariara y Onoto (conocida como "El Castaño") y estudian la secreción del árbol de la vaca (que produce leche bebestible). Al remontar la Sierra Nevada de Mérida realizan el primer análisis químico cuantitativo de sales minerales (Gaylussita) de la laguna de Urao que los lugareños usaban para la elaboración del chimó una variedad de tabaco masticable.
En Mérida publica: "Fuentes termales de la Cordillera de la
Costa (Mariara y el Castaño)" (marzo de 1823). Después de un penoso viaje
a través de la cordillera de los Andes arriban a Bogotá y son recibidos por el
general Francisco de Paula Santander en mayo de 1823. Mariano Eduardo inaugura
en Bogotá el museo de historia natural y la primera escuela de minas de
Colombia siendo su primer director en noviembre de 1823. Junto a su grupo de
jóvenes científicos realizan una exploración de los llanos orientales de
Colombia, recorriendo el río Meta hasta su confluencia con el Orinoco. Su
informe sobre este viaje "Itinerario de los Llanos de San Martín y del río
Meta" forma parte de su "Colección de Memorias científicas, agrícolas
e industriales etc..." publicadas tardíamente en 1857.
Simón Bolívar (presidente de la Gran Colombia 1819-1830 y
presidente del Perú 1824-1827) le permite retornar al Perú, su patria. Mariano
Eduardo sale de Bogotá y llega a Lima a fines de 1825. El gobierno del Perú le
nombra en marzo de 1826, director general de minería, agricultura, instrucción
pública y museo. En 1828 funda la Escuela de Minería de Huánuco y el primer
museo nacional de historia natural, antigüedades e historia del Perú (hoy Museo
Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú), asumiendo el cargo
de primer director, el museo se formó con las donaciones de colecciones
arqueológicas y luego de excavaciones en diferentes partes del Perú.
Mariano Eduardo realiza estudios científicos viajando por el
país. Funda en Lima con Nicolás Fernández de Piérola y Flores la revista
"Memorial de Ciencias Naturales y de Industria Nacional y
Extranjera", que publica entre 1827 y 1829 artículos sobre la amalgación
de la plata, explotación del guano, análisis de las aguas minerales de las
fuentes termales de Yura y otras localidades de Arequipa, informes sobre las
minas visitadas en el Perú, y la descripción de los ídolos de oro, plata y
cerámica.
El general Antonio Gutiérrez de la Fuente tras un golpe de
gobierno asume en 1829 la presidencia y en junio de 1829 suprime la dirección
de minería, debido a la crisis económica que sufría el país. Debido a la
inestable situación política y a la crisis económica decide Mariano Eduardo
emigrar a Chile. En Chile analiza las aguas del río Mapocho, meteoritos
encontrados en el desierto de Atacama y la geología de los alrededores de
Valparaíso y Santiago
El presidente del Perú, mariscal Ramón Castilla, lo nombró en
1851 cónsul general del Perú en Bélgica. Recibió del rey de Bélgica la Orden de
Leopoldo y del rey de Dinamarca la Orden de Dannebrog en apreciación a su labor
diplomática
Desde 1850 hasta su fallecimiento en 1857 fue Cónsul General
del Perú en Bruselas.
Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz publicó en Viena en 1851
con el coautor Johann Jakob von Tschudi su obra "Antigüedades
Peruanas", un libro sobre el imperio de los Incas, su historia, origen,
sistema de gobierno, conocimientos científicos, idioma, religión, costumbres y
monumentos.
Así mismo, publicó en Bruselas en 1857 su obra
"Colección de Memorias Científicas, agrícolas e industriales, publicadas
en distintas épocas, etc.", una obra en 2 tomos, que colecciona artículos
publicados sobre ciencias naturales, geología, mineralogía, minería y agricultura.
https://es.wikipedia.org/wiki/Mariano_Eduardo_de_Rivero_y_Ust%C3%A1riz
Francisco García-Calderón Landa
Francisco García-Calderón Landa (Arequipa, 2 de abril de 1834
- Lima, 21 de septiembre de 1905) fue un jurista, militar, político y
diplomático peruano, que llegó a ser Presidente del Perú durante un breve
periodo, desde marzo hasta noviembre de 1881, conocido como el Gobierno de La
Magdalena, en plena Guerra del Pacífico.
Figura notable de la jurisprudencia peruana, fue autor de un
célebre Diccionario de la Legislación Peruana y brilló tanto en el foro cuanto
en la cátedra universitaria. Fue presidente del Congreso Constituyente de 1867,
Ministro de Hacienda en 1868, decano del Colegio de Abogados de Lima de 1874 a
1876 y senador por Arequipa de 1876 a 1879.
Tras la ocupación chilena de Lima, una «Junta de Notables» lo
reconoció como Presidente Provisorio del Perú, estableciendo la sede de su
gobierno en La Magdalena, en marzo de 1881. Desde allí inició gestiones de paz
con Chile, pero sin aceptar una desmembración territorial, hecho que no fue del
agrado de los chilenos que lo apresaron y lo confinaron a Chile, donde
continuaron presionándole para firmar la paz con cesión territorial.
Firmado el Tratado de Ancón en 1883, se le impidió regresar
inmediatamente al Perú, por lo que inició un periplo por Buenos Aires y Europa.
A su retorno, asumió el rectorado de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos (1886) y se incorporó al Congreso, pues había sido elegido en ausencia
senador por Arequipa. Llegó a ser presidente del Senado (1886-1887). Fue
asimismo, el primer presidente de la Academia Peruana de la Lengua (1887).
Hijo del notable juez arequipeño, Eduardo García-Calderón y
Crespo, y de Ventura Martínez-Landa y Guerola, estudió en la emblemática
Institución Educativa Glorioso Colegio Nacional de la Independencia Americana,
de su ciudad natal. Sus estudios superiores los hizo en la Universidad Nacional
de San Agustín de Arequipa, donde se doctoró en Derecho en 1850 y se recibió de
abogado en 1852, cuando tenía 18 años, aunque solo podía ejercer su profesión
después de cumplir 21 años de edad.
Simultáneamente se inició en la docencia, como profesor de
filosofía y matemáticas en el colegio de la Independencia Americana, así como
regentando las cátedras de Derecho Civil, Natural, Canónico e Internacional en
la Universidad de San Agustín. En la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
se doctoró en Jurisprudencia con una tesis sobre La frenología en sus
relaciones con la Medicina, el Derecho y la Educación (1864).
Por entonces hizo su más importante contribución académica al
Derecho peruano: su monumental Diccionario de la Legislación Peruana, cuya
primera edición es de 1860-62 (2 volúmenes); incluyó un pormenorizado análisis
jurídico de cada figura legal, apoyándose en la doctrina de los juristas y en
la legislación entonces vigente. Esta obra mereció en 1862 una medalla de oro
del Congreso.
En 1864 fue nombrado oficial primero de la Dirección General
de Hacienda y en 1865 fue promovido a la Dirección de Administración. Renunció
entonces para dedicarse a su profesión, convirtiéndose en uno de los
prominentes miembros del foro limeño.
En 1867 fue elegido diputado por Arequipa y llegó a ser
presidente del Congreso Constituyente. Ese mismo año colaboró en la
organización de la Academia Peruana de Ciencias y Bellas Letras, entidad de
corta existencia. Ante el avance de la revolución de 1867 contra el gobierno de
Mariano Ignacio Prado, solicitó a este presidente su renuncia.
En 1868, al inaugurar el coronel José Balta su gobierno
constitucional, integró el gabinete ministerial asumiendo la cartera de
Hacienda. Dicho gabinete estaba compuesto por diversas personalidades como
Pedro Gálvez Egúsquiza (ministro de Gobierno), José Antonio Barrenechea
(Relaciones Exteriores) y Luciano Benjamín Cisneros, otro prominente abogado de
la época (Justicia). Pero su gestión como ministro fue efímera (del 4 de agosto
al 15 de diciembre de 1868); ante la grave crisis hacendaria que parecía
irresoluble, tuvo que renunciar y dar pase al entonces joven Nicolás de
Piérola, que se haría célebre por negociar el llamado Contrato Dreyfus.
Fue elegido decano del Colegio de Abogados de Lima (entre
1874 y 1876) y presidente del Círculo Literario (1875). En 1876 fue elegido
senador por Arequipa, función que desempeñó hasta 1881.4
También tuvo una importante carrera empresarial. Fue director
y presidente desde 1874 del Banco de la Providencia y gerente del Banco de
Crédito Hipotecario desde 1873.
En 1874, el empresario estadounidense Henry Meiggs constituyó
la Compañía de Obras Públicas y Fomento del Perú, en donde García Calderón
ocupó el cargo de vicepresidente y según el historiador Alejandro Salinas
"...tuvo un papel primordial en las conversaciones con el Presidente Pardo
para arreglar las cuentas de los ferrocarriles" y "desde 1877
defendió en el Senado los intereses de Meiggs".
Fue uno de los fundadores de la Compañía Salitrera del Perú
en 1878 de la cual fue presidente del directorio. Esta empresa tenía la
consignación del salitre del Estado.
Después de la ocupación chilena de Lima, tras las derrotas peruanas de San Juan y Miraflores, el dictador Nicolás de Piérola tuvo que retirarse a Ayacucho con la intención de reorganizar las tropas para proseguir la guerra.
Paralelamente en Lima, los "vecinos notables" se
reunieron el 12 de marzo de 1881 y eligieron a Francisco García Calderón como
Presidente Provisional de la República.
García Calderón estableció su gobierno en el Palacio de la
Magdalena, casona ubicada en el pueblo de La Magdalena (hoy en el distrito de
Pueblo Libre, en Lima), y convocó la reunión de un Congreso Extraordinario, el
mismo que se instaló en Chorrillos, en el local de la Escuela de Clases, único
edificio que se había salvado de la espantosa destrucción que sufriera dicho balneario
y que hasta entonces servía como hospital para los heridos chilenos. El
Congreso sesionó del 10 de julio a 23 de agosto de 1881.
El Senado estuvo presidido por Francisco de Paula Muñoz, y la
Cámara de Diputados por César Canevaro Valega.
García Calderón trató de unificar al país, nombrando como
primer vicepresidente al contralmirante AP Lizardo Montero Flores, y como
segundo vicepresidente al general Andrés Avelino Cáceres.
Los chilenos, que no aceptaban a Piérola como autoridad,
reconocieron a García Calderón como jefe del gobierno peruano, a fin de poder
gestionar el fin de la guerra. Finalmente, Piérola renunció el 28 de noviembre
de 1881.
García Calderón, con la potestad otorgada por el Congreso de Chorrillos, inició las negociaciones de paz con Chile. Una de las condiciones chilenas para el término de la guerra era la cesión de los territorios de Tarapacá y Arica, a lo que el presidente peruano se negó rotundamente.
Sin
embargo, tratando de buscar una salida a este entrampamiento, García Calderón
aceptó pagar una indemnización razonable a Chile por los gastos de guerra,
dejando en claro que el Perú poseía los recursos para hacerlo. Esta posición
contó al principio con el respaldo de los Estados Unidos de América, que se
prestó a mediar en el conflicto.
El día 25 de agosto de 1881, el embajador de los Estados
Unidos en Perú, Mr. Hurlbut, envió una carta al contralmirante Patricio Lynch,
el jefe de las fuerzas de ocupación chilenas, donde le informaba claramente que
los Estados Unidos apoyarían al Perú en el sentido de no
ceder un pie de su territorio a menos que se demostrara que el Perú no iba a
ser capaz de pagar una indemnización de guerra de alguna otra manera.
Lynch no contestó la nota, aunque la posición estadounidense
debió sin duda inquietar a los chilenos. El día de 18 de septiembre, asumió en
Chile el presidente Domingo Santa María; el día 26 del mismo mes los chilenos
tomaron posesión de la Caja Fiscal del gobierno peruano y embargaron sus fondos
en el Banco de Londres; el día 28, por bando, Lynch declaró que solo subsistían
las autoridades municipales, con lo que suspendía el gobierno de García
Calderón. El día 30, García Calderón declaraba:
La soberanía del Perú, origen de mi poder, no está sujeta a
las autoridades de Chile, ni desaparecerá aunque todo [el país] fuera ocupado.
El día 6 de noviembre García Calderón fue arrestado y
deportado a Chile a bordo del blindado Almirante Cochrane. Antes de partir
lanzó una proclama al país, en la que pidió la unión nacional y dejó constancia
que su destierro era debido a la energía con que defendía la integridad del
territorio y la soberanía de la nación.
En Chile, García Calderón, si bien fue recibido con cortesía
por las autoridades chilenas, continuó siendo presionado para que aceptase las
condiciones de paz que Chile quería imponer al Perú. Pero él, inflexiblemente,
se negó a todo trato de paz que involucrase cesión territorial. Esto le
ocasionaría represalias, en lo concerniente a las comodidades que debía recibir
en su calidad de mandatario. Sufrió también ataques a su honra, como aquella
calumnia que aseveraba que su negativa a ajustar la paz era por un interés
personal, por estar vinculado a la Compañía Salitrera del Perú, habiendo,
supuestamente, exigido que se pagaran los adeudos a dicha empresa.7 Le acompañó
en el destierro su esposa Carmen Rey y Basadre, hija de quien fuera durante
veinticinco años cónsul de Chile en Arica,
En el Perú le sucedió el contralmirante AP Lizardo Montero
Flores, como presidente provisorio instalado en Cajamarca, luego en Huaraz y
finalmente en Arequipa.
La política de los Estados Unidos respecto al arreglo de paz
entre Perú y Chile sufrió un viraje total luego del asesinato del presidente
estadounidense James Garfield y la renovación de su gobierno; tras haber
apoyado una paz sin cesión territorial, el nuevo gobierno estadounidense
instigó al Perú a que firmara la paz con cesión de Tarapacá y aun con la
entrega de Tacna y Arica a cambio de una compensación pecuniaria.
Estando García Calderón retenido en Valparaíso, nació su
hijo, el futuro escritor Francisco García Calderón Rey. En ese puerto, sin
embargo, continuó ejerciendo su influencia en los asuntos concernientes al
futuro de su patria a través de correspondencia para evitar la cesión de
territorios, aún a riesgo de mayores rigores en su contra, los que finalmente
se produjeron al ser relegado a la entonces atrasada ciudad de Rancagua, donde
se le limitó casi en absoluto su capacidad de comunicación con el exterior. Su
hijo, el también escritor Ventura García Calderón, rememorando los relatos de
su madre, describió el ambiente hostil que el presidente peruano debió sufrir
durante su cautiverio en Chile:
"No, no se me ha borrado de la memoria lo que tantas veces escuché referir a mi madre con los ojos llenos de lágrimas: al hijo que nace en Valparaíso [Francisco García Calderón Rey] le dan por cuna irrisoria un cajón de Burdeos; el Arzobispo de Santiago, olvidando sus deberes y la caridad evangélica, exige que el niño por bautizar sea inscrito en el registro bautismal como ciudadano chileno; por eso mi hermano Francisco sólo pudo ser cristianizado en Buenos Aires.
En Rancagua, cuando quiere el enemigo romper la
férrea voluntad de su víctima le da por alojamiento una sucia barraca hedionda
a cuya puerta cerrada acuden en las noches los rotos ebrios de la cantina
próxima echando sonoramente el pecho del caballo y gritando: "Muera el
Presidente García Calderón". Dos mujeres temblorosas, mi madre y mi
abuela, escuchaban en la sombra, sin dormir, la amenaza que pudo hacerse
efectiva..."
Según testimonio de personeros extranjeros que tuvieron la
facultad de visitarlo en el exilio, el señor García Calderón y su familia
dieron en todo momento, y pese a las adversidades, muestra de dignidad y
espíritu inquebrantable.
Francisco García Calderón y sus hijos. Revista Prisma, 1905.
García Calderón quedó retenido en Santiago de Chile hasta el
canje del Tratado de Ancón y, en vista de que se le prohibió su retorno
inmediato a Lima, se dirigió a Buenos Aires en 1884, enrumbando luego a Europa.
En ausencia fue elegido senador por Arequipa desde 1886 hasta 1894 con la única
excepción de 1887 y rector de San Marcos. Retornó a Lima en julio de 1886,
junto con su esposa y sus hijos Francisco y Ventura, este último nacido en
París en febrero del mismo año.
Tras reintegrarse a su patria, después de un largo
cautiverio, asumió su función senatorial, que ejerció de 1886 a 1893, llegando
a ser presidente de su cámara. Como tal, inspiró leyes básicas para la
reconstrucción y el ordenamiento del país. Volvió a ser elegido senador, esta
vez por el departamento de Puno, ejerciéndolo de 1899 a 1904.
Fue además rector de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos en dos oportunidades: de 1886 a 1891 y de 1895 hasta su muerte; a lo
largo de esta larga gestión se esforzó por enaltecer la solvencia cultural y
moral de la universidad, aumentó el número de cátedras y orientó la actividad
docente hacia la comprensión de los hechos ocurridos en la vida social.
Asimismo, el 30 de agosto de 1887 fue elegido como primer
presidente de la Academia Peruana de la Lengua, que había sido creada por
Ricardo Palma el 6 de mayo de ese mismo año a instancias de la Real Academia
Española.
Falleció en la ciudad de Lima el 21 de septiembre de 1905. En
reconocimiento a su trayectoria en el ámbito legal el gobierno peruano
instituyó, por resolución suprema del 14 de marzo de 1952, la fecha de su
natalicio como Día del Abogado.
https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Garc%C3%ADa-Calder%C3%B3n_Landa
Mario Vargas Llosa.
(Arequipa, Perú, 1936)
Escritor peruano. Con la publicación de la novela La ciudad y los perros
(1963), Mario Vargas Llosa quedó consagrado como una de las figuras
fundamentales del «boom» de la literatura hispanoamericana de los años 60. Al
igual que otros miembros del mismo grupo, su obra rompió con los cauces de la
narrativa tradicional al asumir las innovaciones de la narrativa extranjera
(William Faulkner, James Joyce) y adoptar técnicas como el monólogo interior,
la pluralidad de puntos de vista o la fragmentación cronológica, puestas por lo
general al servicio de un crudo realismo.
Mario Vargas Llosa
Por otra parte, se deben también al novelista peruano
importantes aportaciones críticas y hondas reflexiones sobre el oficio de
escribir, como su teoría sobre los "demonios interiores", que intenta
explicar la escritura como un acto de expulsión, por parte del creador, de los
elementos de la conciencia capaces de incubar perturbaciones que sólo el hecho
de escribir puede exorcizar. La concesión del Nobel de Literatura en 2010
coronó una trayectoria ejemplar.
Biografía
Mario Vargas Llosa pasó su infancia entre Cochabamba
(Bolivia) y las ciudades peruanas de Piura y Lima. El divorcio y posterior
reconciliación de sus padres se tradujo en frecuentes cambios de domicilio y de
colegio; entre los catorce y los dieciséis años estuvo interno en la Academia
Militar Leoncio Prado, escenario de su novela La ciudad y los perros. A los
dieciséis años inició su carrera literaria y periodística con el estreno del
drama La huida del Inca (1952), pieza de escaso éxito.
Poco después ingresó en la Universidad de San Marcos de Lima,
donde cursó estudios de literatura. Desempeñó múltiples trabajos para poder
vivir sin abandonar sus estudios: desde redactor de noticias en una emisora de
radio hasta registrador en el Cementerio General de Lima. En 1955, el escándalo
que provocó al casarse clandestinamente con su tía política Julia Urquidi
(episodio que inspira la novela La tía Julia y el escribidor) agravó aún más su
situación, y hubo de recurrir a algunos amigos para aliviar su penosa situación
doméstica.
En la capital peruana fundó Cuadernos de Composición
(1956-1957), junto con Luis Loayza y Abelardo Oquendo, y luego la Revista de
Literatura (1958-1959), erigiéndose en estas publicaciones como abanderado de
un grupo que reaccionaba contra la narrativa social y documentalista de aquel
entonces. A finales de los años 50 pudo finalmente viajar y establecerse en
Europa, donde empezó a trabajar en la Radio Televisión Francesa y fue profesor
en el Queen Mary College de Londres.
Mario Vargas Llosa
Publicó su primera obra, Los jefes (1959), con veintitrés
años apenas, y con la novela La ciudad y los perros (1963) se ganó ya un
prestigio entre los escritores que por aquel entonces gestaban el inminente
«boom» literario iberoamericano. Vargas Llosa acabaría figurando entre los
autores esenciales de aquel fenómeno editorial, y se le situó por su relevancia
en primera línea, junto a narradores de la talla del colombiano Gabriel García
Márquez, los mexicanos Juan Rulfo y Carlos Fuentes, los argentinos Jorge Luis
Borges, Julio Cortázar y Ernesto Sábato, los cubanos José Lezama Lima y
Guillermo Cabrera Infante o el uruguayo Mario Benedetti.
El éxito de esta novela y el espaldarazo que supuso a su
carrera literaria le permitió dejar atrás una etapa de precariedad y bohemia.
En el viejo continente, Vargas Llosa estableció su residencia primero en París
y luego en Londres (1967), de donde se trasladó a Washington y a Puerto Rico.
La labor de Mario Vargas Llosa como crítico literario se
refleja en ensayos como García Márquez: historia de un deicidio (1971) y La
orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary (1975).
En 1976, con José María Gutiérrez, codirigió la versión
cinematográfica de su novela Pantaleón y las visitadoras. En 1977 fue nombrado
miembro de la Academia Peruana de la Lengua y profesor de la cátedra Simón
Bolívar en Cambridge.
En el terreno político, su ideario sufrió con los años
profundas mutaciones. El rechazo visceral a toda dictadura y el acercamiento a
la democracia cristiana caracterizaron su juventud; en los años 60 pasó desde
un explícito apoyo a la Revolución cubana del Che Guevara y Fidel Castro hasta
un progresivo distanciamiento del comunismo, llegando a la ruptura definitiva
con el gobierno de Fidel Castro (1971) a raíz del llamado Caso Padilla.
Vargas Llosa en la campaña presidencial de 1990
Con el tiempo acabó convertido en un firme defensor del
liberalismo, aunque sin renunciar a los avances sociales conseguidos por el
progresismo, y en los 80 llegó a participar activamente en la política de su
país. Impulsor del partido Frente Democrático, cuyo programa combinaba el
neoliberalismo con los intereses de la oligarquía tradicional peruana, Mario
Vargas Llosa se presentó como cabeza de lista en las elecciones peruanas de
1990, en las que fue derrotado por Alberto Fujimori.
Decidió entonces trasladarse a Europa y dedicarse por
completo a la literatura; publicó artículos de opinión en periódicos como El
País, La Nación, Le Monde, Caretas, The New York Times y El Nacional. En 1993
obtuvo la nacionalidad española, y un año después fue nombrado miembro de la
Real Academia Española. Mario Vargas Llosa ha sido distinguido, entre otros
muchos galardones, con los premios Príncipe de Asturias de las Letras (1986),
Cervantes (1994) y Nobel de Literatura (2010). El máximo galardón de las letras
universales le llegó como reconocimiento a "su cartografía de las
estructuras del poder y sus mordaces imágenes sobre la resistencia, la revuelta
y la derrota individual".
La obra de Mario Vargas Llosa
Formado en el marco generacional del cincuenta (su primer
libro es de 1959: la colección de cuentos titulada Los jefes), Mario Vargas
Llosa es uno de los novelistas hispanoamericanos de mayor fama mundial, y acaso
el que ha escrito el mayor número de novelas de altísima calidad. Como
narrador, Vargas Llosa maduró precozmente: La ciudad y los perros (1963) es la
primera novela peruana completamente "moderna" en recursos
expresivos. La Casa Verde (1966), Los cachorros (1967) y Conversación en La Catedral
(1969) lo ungieron como uno de los protagonistas del «boom» de la novela
hispanoamericana de los años sesenta y como el más característicamente
neorrealista del grupo, con un virtuosismo técnico de enorme influencia
internacional.
Sus novelas posteriores, excepción hecha de la más ambiciosa
de todas, La guerra del fin del mundo (1981, agudo retrato de la heterogeneidad
sociocultural de América Latina), abandonaron el designio de labrar
"novelas totales" que hasta entonces lo obsesionaba, y optaron por la
reelaboración (irónica o transgresora) de formas o géneros subliterarios o
extraliterarios, planteando con gran frecuencia una reflexión sobre los límites
de la realidad y la ficción que recrea aspectos de la literatura fantástica y
el experimentalismo narrativo, sin caer en ellos totalmente: la farsa, en
Pantaleón y las visitadoras (1973); el melodrama, en La tía Julia y el
escribidor (1977); la política-ficción anticipatoria, en Historia de Mayta
(1984); el relato de crimen y misterio, en ¿Quién mató a Palomino Molero?
(1986) y Lituma en los Andes (1993); la narrativa erótica, en Elogio de la
madrastra (1988) y Los cuadernos de don Rigoberto (1997); y la política, en La
fiesta del chivo (2000).
Obra narrativa
No cabe duda de que la narrativa ocupa el lugar central de su
abundante producción. Su magistral destreza técnica, su capacidad para hacer de
cada una de ellas un mundo sólido capaz de autosostenerse y el hecho de otorgar
una total autonomía al quehacer narrativo son sus virtudes centrales. En todos
sus libros, inclusive los que como Pantaleón y las visitadoras o La tía Julia y
el escribidor podrían ser considerados menores, la forma adquiere el más alto
grado de importancia.
Su producción narrativa se inició en 1959 con los cuentos de
Los jefes y alcanzó resonancia internacional con la novela La ciudad y los
perros (1963, premio Biblioteca Breve de 1962), reflejo y denuncia de la
organización paramilitar del Colegio Leoncio Prado, donde el autor había
realizado sus estudios secundarios. El ambiente cerrado y opresivo de aquel
colegio militar de Lima parece compendiar toda la violencia y corrupción del
mundo actual; los "perros" del título son los alumnos del primer año,
sometidos a crueles novatadas por parte de los mayores.
Dejando a un lado su problemática social y ética, la novela
muestra una asombrosa madurez por el trazo ambiguo y mudable de los personajes,
por la precisa descripción de los ambientes urbanos, por su trama sinuosa y por
el hábil tratamiento del tiempo narrativo. Lejos de atenuar, el experimentalismo
y la superposición de tiempos, personajes y acciones intensifica su brutal e
impactante realismo y el retrato de una violencia explícita o subyacente.
Mario Vargas Llosa
Su consolidación literaria llegó con La casa verde (1966),
verdadera exhibición de virtuosismo literario cuya prosa integra abundantes
elementos experimentales, tales como la mezcla de diálogo y descripción y la
combinación de acciones y tiempos diversos. El relato, que transcurre
principalmente en un burdel, presenta varias historias paralelas con un montaje
sumamente complejo, con yuxtaposición de planos temporales y cambios de punto
de vista.
Tales recursos se emplean también en parte en Los cachorros
(1967), cuyo asunto, un internado, nos remite en su fase inicial a la temática
de La ciudad y los perros; y en Conversación en La Catedral (1969), amplio
retablo histórico-político del Perú (con sugerencias de libelo contra el
régimen del dictador peruano Manuel Odría) compuesto a través de los diálogos
sostenidos entre un periodista y el guardaespaldas negro de un dictador. Tales
diálogos tienen lugar en "La Catedral", nombre del modesto bar de
Lima en el que comparten sus vidas fracasadas.
En las dos novelas siguientes, Vargas Llosa pareció renunciar
a los grandes temas para abordar una vía más lúdica, en busca de nuevas
posibilidades para su narrativa. Pantaleón y las visitadoras (1973) es una
sátira humorística de la burocracia militar que añade a su siempre lúcida
visión del poder un componente brutal y grotesco, emparentable con el
esperpento hispano. La tía Julia y el escribidor (1977), acaso influida por los
relatos del argentino Manuel Puig, desarrolla en contrapunto las vivencias
sentimentales y el mundo de los seriales radiofónicos.
La guerra del fin del mundo (1981), en cambio, pretende ser
de nuevo una obra "total". En ella abordó la problemática social y
religiosa de Hispanoamérica a través del relato de una revuelta de fondo
mesiánico; la obra se inspira en un clásico del periodismo brasileño de principios
de siglo, el libro Os Sertões de Euclides da Cunha, a partir del cual
reconstruye y elabora la trama novelesca.
Escritor de oficio y trabajador infatigable, que ha sido
galardonado con numerosos premios a lo largo de su carrera, su prosa fue
adquiriendo en sus posteriores novelas un tono medio o periodístico, que tal
vez suponga cierto descenso respecto a obras anteriores, pero que ha
incrementado su audiencia entre el público lector.
En esa dirección cabe destacar Historia de Mayta (1984),
encuesta sobre un antiguo compañero del colegio que, en 1958, protagonizó una
sublevación en una localidad andina; ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986), que
es en sí mismo un proceso narrativo bajo pretexto de una investigación
policial; y El hablador (1987), sobre un contador de historias entre las tribus
primitivas de Latinoamérica. Esta última obra reveló su fascinación por la
tradición oral de la selva, región que siempre ha motivado su imaginación
literaria; resulta llamativa tal comunión con las raíces indígenas en un escritor
normalmente tan cosmopolita.
Su novela Lituma en los Andes (1993) mereció el Premio
Planeta; un año después recopiló sus colaboraciones periodísticas en Desafíos a
la libertad (1994). En 1997 apareció su novela erótica Los cuadernos de don
Rigoberto, en la misma línea de su anterior Elogio de la madrastra (1988). En
la tradición de la novela de dictadores, Vargas Llosa publicaría también una
obra ambiciosa y total, La fiesta del chivo (2000), en la que reconstruye con
absoluta maestría la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en la República
Dominicana. Seis años después dio a la imprenta Travesuras de la niña mala
(2006), una historia entre lo cómico y lo trágico en la que el amor se muestra
dueño de mil caras. El héroe discreto (2013) es por ahora su novela más
reciente.
Cómo citar este artículo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas.
La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004.
Disponible en [fecha de acceso: 30 de enero de 2023].
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/vargas_llosa.htm
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