Inicio de la República y el primer militarismo (1824-1836)
Agustín Gamarra, presidente del Perú (1829-1833 y 1839-1841).
Finalizada la guerra de la Independencia, el gobierno del
Perú continuó en manos de Simón Bolívar, quien delegó sus funciones ejecutivas
en un Consejo de Gobierno, entre cuyos titulares se contaron Hipólito Unanue y
Andrés de Santa Cruz.
La ciudadanía peruana esperaba el final de la dictadura y la
instalación de un gobierno auténticamente peruano, Bolívar deseaba establecer la
Federación de los Andes, que reuniría a todos las naciones por él liberadas,
bajo su mando vitalicio. La reunión de un Congreso anfictiónico en Panamá
apuntó a tales deseos, que en la práctica resultaron inviables.
Si bien Bolívar retornó a Colombia en septiembre de 1826,
dejó todo encaminado para imponer en el Perú la Constitución Vitalicia, tal
como ya lo había hecho en Bolivia, república cuya creación fomentó, teniendo
como base el territorio del Alto Perú.
Pero los elementos nacionalistas y liberales peruanos
desataron los días 26 y 27 de enero de 1827 una rebelión en Lima, que provocó
la caída del régimen bolivariano o vitalicio.
Tras el gobierno de una Junta presidida por Santa Cruz,
asumió a la presidencia del Perú el mariscal José de la Mar. Al año siguiente,
se produjo la invasión peruana de Bolivia, que puso igualmente fin al régimen
bolivariano en Bolivia, cuya cabeza era el mariscal Sucre.
El año 1827 marcó pues el inicio de la República Peruana
libre de toda dominación foránea, pero significó también el inicio de las
pugnas caudillistas.
El Perú entró en una etapa marcada por gobiernos militares,
dirigidos por los caudillos de la independencia.
El primer conflicto internacional que debió enfrentar la
joven república fue la guerra con la Gran Colombia (1828-1829). El presidente
de este país, Bolívar, ofuscado por el fin de su influencia en el Perú y
Bolivia, desató su ira sobre el gobierno peruano, acompañándolo de reclamos
territoriales (exigía la entrega de las provincias peruanas de Tumbes, Jaén y
Maynas).
La campaña marítima fue favorable al Perú, cuya marina capturó el puerto de Guayaquil, pero no lo fue la campaña terrestre, en la que una avanzada del ejército peruano sufrió un revés en la batalla del Portete de Tarqui, aunque no fue una derrota definitiva. La batalla final nunca se dio, pues ambas partes acordaron celebrar la paz, finalizando así la guerra, sin que hubiera un vencedor.
En el tratado de paz y amistad, firmado el 22 de septiembre
de 1829, se mantuvo la situación territorial previa al conflicto. Poco después
falleció Bolívar y la Gran Colombia se fraccionó en tres repúblicas: Venezuela,
Nueva Granada (Colombia) y Ecuador.
Luis José de Orbegoso, presidente provisorio del Perú (1833-1836).
Durante los gobiernos de José de La Mar (1827-1829), Agustín Gamarra (1829-1833) y Luis José de Orbegoso (1833-1836) el debate político se centró entre liberales (que, como La Mar y Orbegoso favorecían una presidencia controlada por el congreso) y conservadores (que, como Gamarra, eran amigos del autoritarismo).
Durante esta época se aprobaron sucesivamente dos
Constituciones, de carácter liberal: la Constitución de 1828 y la Constitución
de 1834.
De otro lado se puso también en discusión el problema surgido
en torno a la creación de la república de Bolivia. Muchos eran de la opinión de
que había sido un error de Bolívar separar el Alto y el Bajo Perú, tan unidas
por lazos históricos, geográficos y étnicos, y reclamaban su reunión.
Mientras unos, como Gamarra, querían simplemente anexar
Bolivia al Perú, formando nuevamente un solo bloque, otros creían en que era
necesario federar ambas naciones. De esta última opinión era el general Andrés
de Santa Cruz quien en 1829 llegó a la presidencia en Bolivia, donde impulsó
una serie de medidas reformistas, pacificó el país, reorganizó el ejército,
reestructuró las maltrechas finanzas e hizo mejoras en el campo económico y
educativo. De modo que Bolivia se hizo fuerte y Santa Cruz vio la ocasión de
impulsar desde su país la federación con el Perú.
Mientras tanto, el Perú se debatía en medio de una guerra
civil, entre gamarristas o bermudistas (conservadores) y orbegosistas
(liberales). Esta se inició cuando el general Pedro Bermúdez, partidario de
Gamarra, se alzó en armas a principios de 1834 y se autoproclamó Jefe Supremo.
Si bien el presidente
Orbegoso logró debelar esta insurrección en abril de 1834, no se sintió cómodo
en Lima e instaló su gobierno en Arequipa. En febrero de 1835 se produjo la
sublevación del joven general Felipe Santiago Salaverry, que se autoproclamó
Jefe Supremo de la República.
Orbegoso no dudó entonces en recurrir al auxilio extranjero
para someter a los rebeldes.
La Confederación Perú-Boliviana (1836-1839)
Andrés de Santa Cruz, presidente de la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839).
En 1835, el presidente boliviano Santa Cruz, contando con la
aprobación del presidente peruano Orbegoso, invadió el Perú con un ejército de
5,000 bolivianos. Se desató entonces una sangrienta guerra.
La resistencia peruana la encabezaron Gamarra y Salaverry.
Gamarra fue derrotado por Santa Cruz en la batalla de Yanacocha. Por su parte,
Salaverry, tras ganar la batalla de Uchumayo, acabó por ser derrotado en la
batalla de Socabaya y fusilado en Arequipa (18 de febrero de 1836).
La Confederación Perú-Boliviana fue creada por Santa Cruz el
15 de junio de 1837. Lo conformaban el Estado Nor-Peruano, el Estado
Sud-Peruano y Bolivia. Santa Cruz realizó en el Perú una gran labor
administrativa y dio la tranquilidad necesaria para su bienestar y progreso.
Pero la Confederación tendría una vida efímera.
En Chile, el todopoderoso ministro Diego Portales alertó a
sus conciudadanos del peligro que significaba la consolidación de la
Confederación para los planes expansionistas chilenos. Una alianza entre Chile
y los emigrados peruanos enemigos de Santa Cruz posibilitó la conformación del
llamado Ejército Unido Restaurador con el propósito de invadir el Perú y «restaurar»
su situación política tal como era antes de 1835.
La guerra de los restauradores contra los confederados tuvo
dos fases.
En la primera, el ejército restaurador fue cercado por Santa
Cruz cerca de Arequipa, siendo obligado a rendirse y a firmar el Tratado de
Paucarpata.
En la segunda, los restauradores tuvieron éxito, derrotando
definitivamente a los confederados en la batalla de Yungay (20 de enero de 1839).
La Confederación fue disuelta y los dos «Perúes» se desligaron de Bolivia,
formando una sola república que permanece hasta la actualidad.
Manuel Ignacio de Vivanco, gobernante de facto del Perú (1841
y 1843-1844).
Al quedar disuelta la Confederación, Agustín Gamarra quien
participó del Ejército Restaurador fue impuesto como presidente por el
Congreso, iniciando la llamada Restauración.
Gamarra instauró un gobierno conservador, convocó a un
Congreso General Constituyente, que se reunió en Huancayo y dio la Constitución
de 1839. Sin embargo, su obsesión de someter a Bolivia al dominio peruano, lo
empujó a invadir dicho país, desatándose así una nueva guerra entre ambos
países.
Los bolivianos, dejando de lado sus banderías políticas, se
unieron y derrotaron a Gamarra en la batalla de Ingavi (18 de noviembre de
1841). El mismo Gamarra resultó muerto en el campo de batalla.
Las tropas bolivianas invadieron el sur peruano pero fueron
contenidas por el pueblo peruano organizado en guerrillas.
En el Perú asumió el poder el Presidente de Consejo de Estado
(vicepresidente) Manuel Menéndez (1841-1842), quien celebró la paz con Bolivia
(7 de junio de 1842).
Pero se desató la
anarquía en la república, sucediéndose en el poder, tras sendos golpes de
Estado, los generales Juan Crisóstomo Torrico, Francisco de Vidal y Manuel
Ignacio de Vivanco.
Este último se proclamó como Supremo Director de la República
y su gobierno se denominó el Directorio (1843-1844). Vivanco representaba al sector
más rígido del conservadurismo peruano, pero su inicial popularidad empezó a
declinar.
Los generales Domingo Nieto y Ramón Castilla se alzaron en
Tacna, invocando la restauración de la constitucionalidad. Esta revolución
constitucional triunfó finalmente en la batalla de Carmen Alto (22 de julio de
1844) y restituyó al Presidente del Consejo de Estado Manuel Menéndez
(1844-1845),que convocó a las elecciones presidenciales.
El boom guanero y la prosperidad falaz (1845-1866)
Era del Guano
Ramón Castilla, presidente del Perú (1845-1851, 1855-1862 y
1863).
En las elecciones de 1845 triunfó Ramón Castilla, iniciando
lo que sería su primer gobierno, que se prolongó hasta 1851, siendo el primer
gobierno republicano que pudo culminar su periodo constitucional. Fue entonces
cuando la República Peruana encontró una relativa paz interior y pudo organizar
su vida política y económica.
Castilla estableció políticas de promoción de extracción y
exportación de fertilizantes naturales (guano de islas) que iniciaron una era
de prosperidad en el país. La venta del guano se realizó bajo el sistema de las
consignaciones. El historiador Basadre denominó a esta etapa como el de la
«Prosperidad Falaz», pues la bonanza sería efímera.
A Castilla le sucedió el general José Rufino Echenique
(1851-1855), quien continuó las obras de su antecesor. Sin embargo, se vio
envuelto en un escándalo de corrupción relacionado con la llamada Consolidación
de la Deuda Interna, por el cual el Estado pagó la deuda que tenía con particulares
desde los días de la independencia, pero desgraciadamente muchos se hicieron
pasar por acreedores sin serlo. Estalló entonces la revolución de 1854
encabezada por Castilla y apoyada por los liberales, quienes auspiciaron, en
pleno conflicto, dos medidas importantísimas: la abolición de la esclavitud y
del tributo indígena. Echenique fue derrotado en la batalla de La Palma, el 5
de enero de 1855, viéndose obligado a renunciar a la presidencia y a abandonar
el país.
Caricatura del presidente Ramón Castilla en donde se
representa trayendo el progreso a la República Peruana mediante ferrocarriles.
El segundo gobierno de Ramón Castilla (1855-1862) continuó la
labor progresista iniciada en 1845. Los primeros ferrocarriles y el alumbrado a
gas llegaron al Perú en este período.
Además, se reorganizaron los servicios postales y la carrera
pública. En el aspecto internacional, la cancillería peruana tuvo una gran
actividad a favor de la unidad americana (americanismo), al oponerse
enérgicamente a las intromisiones de las potencias europeas en América (Santo
Domingo, México). De otro lado, el Perú libró un conflicto victorioso contra el
Ecuador, en la Guerra peruano-ecuatoriana (1858-1860).
En el aspecto interno, la promulgación de la Constitución
liberal de 1856 provocó el alzamiento de los conservadores en Arequipa,
liderados por Manuel Ignacio de Vivanco. Ello desencadenó a la vez la guerra
civil de 1856-1858, la más larga y sangrienta que se había dado hasta entonces
en el Perú. Esta culminó con el triunfo de Castilla concretado con la toma de
Arequipa (7 de marzo de 1858).
Para 1859 habían muerto unos 41,000 peruanos en las
constantes guerras civiles que sacudieron dicho país desde 1829.
Castilla, pulsando el sentir ciudadano (que tradicionalmente
era contrario al liberalismo anticlerical), se desligó de los políticos
liberales que le habían apoyado e instauró un gobierno conservador.
En 1860 convocó a un Congreso Ordinario, que se arrogó la
facultad de Constituyente y dio una nueva Constitución, la Constitución
moderada de 1860; esta ha sido la carta magna de más duración en la historia
republicana peruana, pues estaría vigente hasta 1920.
Castilla fue sucedido en 1862 por el general puneño Miguel de
San Román, quien solo gobernó unos meses, pues falleció víctima de una
enfermedad. Le sucedió el primer vicepresidente, Juan Antonio Pezet
(1863-1865).
Guerra contra España y gobierno de Balta (1866-1872)
El Combate del 2 de Mayo del Callao.
En 1864 la Escuadra Española del Pacífico ocupó las Islas
Chincha (productoras de guano), desatando un incidente internacional de grandes
consecuencias en la política interna peruana.
El presidente Pezet quiso arreglar diplomáticamente este
conflicto, lo que la ciudadanía interpretó como una muestra de debilidad.
Estalló entonces la revolución nacionalista del coronel Mariano Ignacio Prado,
que provocó el golpe de Estado contra el presidente Pezet.
Prado instauró la dictadura y declaró la guerra a España, aliándose
con Chile, que ya se encontraba en guerra contra ese mismo país. Tras el
combate del Callao (2 de mayo de 1866), la armada española se retiró de las
costas peruanas, suceso que en el Perú se celebró como un triunfo que sellaba
la independencia obtenida en 1824.
Los gastos ocasionados por la guerra afectaron severamente a
la economía del Perú. El llamado «boom guanero» empezaba ya a declinar.
Prado intentó legalizar su mandato, convocando a un Congreso Constituyente, que le nombró Presidente Constitucional y dio la Constitución liberal de 1867. Esto originó en una revolución acaudillada por el general Pedro Diez Canseco en Arequipa y por el coronel José Balta en Chiclayo, que derrocó a Prado y restituyó la Constitución de 1860, a principios de 1868. Se instaló el gobierno provisorio de Diez Canseco, que convocó a elecciones, en las que ganó el coronel Balta.
José Balta, presidente del Perú (1868-1872).
El gobierno de José Balta y Montero (1868-1872) celebró el
llamado Contrato Dreyfus, que significó un nuevo enfoque en la venta del guano
de islas, dejando de lado el devaluado sistema de las consignaciones. Con la
garantía del guano, el Perú obtuvo grandes empréstitos, con los que pudo
realizar importantes obras de infraestructura, especialmente reflejadas en la
construcción de ferrocarriles de penetración de la costa a la sierra, siendo el
más importante el Ferrocarril Central. Estos empréstitos, si bien inyectaron al
país de grandes capitales, a la larga resultaron nefastos al estar a cuenta de
ingresos futuros, que no se pudieron cubrir.
En las postrimerías de este gobierno, la elección, por
primera vez, de un presidente civil, Manuel Pardo y Lavalle, llevó a una
insurrección militar de los hermanos Gutiérrez, que terminó en el asesinato de
Balta y la furibunda reacción de la población de Lima (que ejecutó a los
usurpadores), en julio de 1872. Así terminó lo que Basadre ha llamado el Primer
Militarismo.
El primer civilismo (1872-1879)
Manuel Pardo y Lavalle, líder del Partido Civil, se convirtió en el primer presidente civil del Perú tras las elecciones de 1872. Su gobierno (1872-1876) implementó importantes reformas de tipo liberal en la organización del Estado.
Ante la grave crisis económica y hacendaria, y frente a la
imposibilidad de cumplir todos sus compromisos, Pardo disminuyó el presupuesto
en defensa y estatizó el salitre peruano, provocando la reacción hostil de
empresas inglesas y chilenas las cuales explotaban y comercializaban el salitre
tarapaqueño.
Manuel Pardo y Lavalle, primer presidente civil del Perú
(1872-1876).
La política exterior peruana optó por firmar el Tratado de
Alianza Defensiva de 1873 con Bolivia con el propósito de garantizar la
integridad territorial de ambos países frente a cualquier agresión externa. Se
planteó la posibilidad de un acercamiento de Argentina a la Alianza, pero la
estrategia diplomática chilena consiguió la neutralidad argentina
El censo de 1876 dio a conocer que había una población de 2, 699,105
peruanos.
Se efectuó en 1876, dispuesto por Don Manuel Prado,
empadronándose 2´699,105 habitantes. Se le considera como el más importante del
Siglo XIX.
Por Ley de 30 de Abril de 1873, se reorganizó el Ministerio
de Gobierno, creándose de acuerdo con el Decreto del 31 de octubre de ese año.
La Dirección de Estadística, que entre sus atribuciones específicas, tenía la
de levantar el Censo de la República.
Las labores preparatorias del cuarto Censo se iniciaron en
noviembre de 1875, llamándose a oficiales del Ejército para participar en la
operación censal, encontrándose entre ellos el Coronel Francisco Bolognesi,
quien tuvo a su cargo el empadronamiento de la provincia de Tarapacá.
En este Censo, efectuado el domingo 28 de Mayo de 1876, se
solicitaron los siguientes datos: nombres, sexo, edad, religión, estado civil,
instrucción, propiedad territorial e industrial.
Los datos sobre nacionalidad y profesión u ocupación, que no
fueron consignados en el formulario, tuvieron que ser anotados en la columna de
observaciones.
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