Grupos étnicos de Chile
Las estadísticas oficiales recogidas por el censo consideran
la pertenencia a pueblos indígenas u originarios, más no la identificación con
otros grupos fuera del estándar de la nacionalidad chilena.
Por defecto, se puede considerar en primera instancia que la
población chilena es 88.9% no-indígena, 9.1% mapuche, 0.7% aymara y 1%
perteneciente a otros pueblos indígenas, entre ellos los rapanui, atacameños,
quechuas, kollas, diaguitas, kawésqar, yaganes o yámanas.
Sin embargo, es preciso considerar que la identificación con
la chilenidad está principalmente supeditada por referencias culturales y
dialectales, como también por las costumbres y hábitos de cada sujeto.
En conjunto, aquello ha dialogado con las distintas
construcciones identitarias en torno a la nacionalidad, incluyendo perspectivas
eurocéntricas y la exaltación del mestizaje como instrumentos de diferenciación
racial.
Las estimaciones sobre la población chilena representan ideas
ajustadas a elementos inestables y variables a través del tiempo. No obstante,
es posible reconocer patrones entre cada una de ellas:
El doctor en estudios latinoamericanos de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), Francisco Lizcano, considera a Chile un
país principalmente criollo en términos culturales y ancestrales, aunque con
una fuerte presencia del mestizaje y las etnias indígenas.
El profesor Joaquín Bosque Maurel afirmó la existencia de una
mayoría criolla a partir de la ponencia del catedrático también español Eugenio
García Zarza sobre las migraciones en Iberoamérica.
El antropólogo y profesor español Claudio Esteva Fabregat, de
la Universidad de Barcelona, consideró en 1981 que en el norte de Chile predomina
un mestizaje equilibrado mientras que en el resto del país el mestizaje es de carácter abrumadoramente hispánico.
Por otra parte, el historiador chileno Gabriel Salazar
retrata una disparidad fundacional entre criollos y mestizos, en la que prima
la desigualdad territorial y es causal de una invisibilización sistémica. Si
bien no define mayorías ni minorías, considera al pueblo mestizo como una masa
importante de personas en busca de rehabitar los espacios históricamente
negados.
Según el informe sobre Chile confeccionado por la Corporación
Latino barómetro en el 2020 y, en base a una encuesta de autopercepción, un 52%
del total encuestado declaró ser blanco, un 26% mestizo, 6% indígena, 1%
mulato, 2% otro y un 14% no supo o no respondió frente a la pregunta ¿a qué
raza/etnia se considera perteneciente usted?
Se desprende que la población chilena es producto de una
paulatina sucesión de intercambios interétnicos entre dos principales actores:
el colono mediterráneo de origen español y el indígena nativo de los
territorios que hoy corresponden al Chile moderno.
Pueblos indígenas u originarios en Chile
Antes de la llegada de los colonos españoles, la zona que
comprende el sudoeste americano ya se encontraba habitada por multitud de
pueblos con orígenes y culturas diversas, los que indistintamente son agrupados
como pueblos indígenas u originarios y que, a pesar de la desaparición de gran
parte de su población durante el proceso de colonización determinada por
pandemias, la guerra y el despojo cultural, aún habitan a lo largo y ancho de
las regiones del país. Cabe decir que también conforman, en gran medida, el
origen ancestral de un importante número de chilenos.
Según el censo del año 2012, la cantidad de personas que
declararon sentirse pertenecientes a un pueblo indígena u originario ascendió
al 11,1% del total de la población, con una prevalencia importante de la etnia
mapuche dentro de los recuentos a nivel nacional.
Pueblos indígenas (censo 2012)
Etnia Población %
Mapuche 1, 508, 722 8.8
Aymara 114,
523 0.7
Rapa Nui 8,
406 0.5
Atacameño 6,
101 0.4
Quechua 13,
667 0.8
Kolla 13, 678 0.8
Diaguita 45,
314 2.6
Kawésqar 1,
784 0.1
Yagán o yámana 1, 235 0.1
Durante las tres últimas décadas, desde el censo del año
1992, se ha podido recoger información de relevancia estadística respecto a la
población indígena dentro del contexto de existencia de la República de Chile.
Previo a ello, los datos pueden estar afectados por
imprecisiones o ser inadecuados para establecer comparativas poblacionales y
estadísticas reales, pues las experiencias censales durante la colonia
contabilizaban indígenas dentro de sus comunidades particulares, más no
insertos dentro un sistema Estado nación como en la actualidad.
Asimismo, es altamente probable que en ciertos períodos históricos
la autodeterminación como sujeto indígena estuviera matizada por la simpatía o
la vergüenza, según el caso.
Es por ello que se puede comprobar una notable diferencia con
los resultados del censo de 2002, en el que solo un 4.6% de la población
declaró ser indígena, lo que compromete variables sociopolíticas determinantes
en los procesos de identificación étnica.
Por otra parte, la falta de estadísticas oficiales tiene
impacto en las contabilizaciones de hablantes nativos de cada idioma indígena,
por ende, las estimaciones al respecto son de naturaleza no oficial y tienden a
arrojar grandes variaciones entre ellas. Solo en el caso del idioma mapuzungún
se presume que hay entre 140 mil a 400 mil hablantes. Como se ha mencionado
anteriormente, varias culturas indígenas precolombinas desaparecieron en el
territorio chileno por distintos motivos, siendo los principales la
aculturación y el sincretismo que produjo el mestizaje, como las diversas
pandemias y enfrentamientos bélicos que afectaron a las poblaciones nativas.
Más tarde durante el siglo XX, la expansión del Estado
chileno y el colonialismo republicano empujaron programas racionalizados de
exterminio contra las milenarias poblaciones aónikenk, selknam, kawésqar y
yagán en el extremo sur del país.
Campesinos chilenos de la zona central.
La llegada de Pedro de Valdivia y la fundación de Santiago en
1541 marca el inicio del curso colonial en la zona central de Chile y que, con
el paso del tiempo, decantará en la consolidación del estándar cultural chileno
a partir del nacimiento de la cultura huasa y de las tradiciones en torno a los
asentamientos permanentes.
Estas organizaciones comunales lograron una estabilidad institucional alrededor de los cabildos, que ayudaron a concretar un principio regidor capaz de ofrecer gobernanza a los incipientes poblados conformados principalmente por castellanos,navarros, andaluces y extremeños, en función de relaciones políticas relativamente equilibradas.
Pese a ello, fuera de los circuitos
urbanos y de las estancias ocurría lo que se entiende como proceso de
mestizaje, en que un nuevo sujeto aparece como una otredad opuesta a la
normatividad colonial, derivado de encuentros entre colonos e indígenas, aunque
también de la renuncia y del despojo. En otras palabras, indígenas e hijos de
indígenas aculturados a favor del canon español, socializados como bajo pueblo,
vagabundos y nómades.
Los empadronamientos durante la colonia fueron escasos y
limitados. Existe registro del primero realizado entre los años 1777 y 1778,
desde el río Maule hasta la frontera con el desierto de Atacama, incluida la
provincia de Cuyo entonces perteneciente a la Capitanía General de Chile. Se
pudieron contabilizar 259, 646 individuos, de ellos 190, 919 blancos, 20, 651
mestizos, 22, 568 indios y 25, 508 negros.
Sin embargo, dejando de lado la importancia narrativa de
estos datos, no es prudente confiarles una validez absoluta en cuanto a la
representatividad poblacional y fiabilidad metodológica, debido a las propias
limitaciones de la época como al alcance del orden colonial sobre las
poblaciones que habitaban los territorios.
Tampoco se sabe a ciencia cierta cuáles fueron los criterios
de clasificación y bajo qué condiciones un sujeto pertenecía a una u otra
categoría. Lo que sí es posible saber según la literatura histórica es que
durante el siglo XVIII se agrupaban como españoles a todos aquellos que, a
grandes rasgos, se veían y comportaban como tales, aduciendo una categoría más
o menos cercana a lo que hoy se conoce como nacionalidad. Aun teniendo esto en
cuenta, las comunidades no colonas componían números significativos, los que
pudieron haber sido parcialmente mayores en función de los indígenas libres no
subordinados por la encomienda, entre otras posibilidades.
Por otro lado, la hegemonía cultural de los colonos en la conformación
temprana de la sociedad chilena es un factor preponderante pues, si bien se
absorben muchísimos elementos desde las culturas indígenas nativas, no alcanza
para configurar tempranamente una normatividad de carácter mestiza, como
ocurrió en procesos coloniales de otros países hispanoamericanos, dejando en
evidencia la situación problemática de aguda desigualdad inicial que avanzó más
adelante con la independencia de Chile a principios del siglo XIX.
Inmigración europea en Chile
Colonos alemanes en la provincia de Aysén en 1951.
El apelativo inmigrante aparece conforme a la llegada de europeos no hispanos a principios del siglo XIX durante las primeras décadas republicanas de Chile, en que se consolida económica y políticamente como un ente autónomo.El ánimo modernizador característico de la época llevó a concretar políticas de repoblamiento en regiones específicas del país, acompañadas por creencias que veían en el europeo un «espíritu de orden y trabajo».
Esto determinó el ingreso de familias provenientes de Alemania, Austria, Reino Unido e Irlanda, Croacia, Francia, Países Bajos, Italia y Suiza.
En la década de 1850 el Estado chileno bajo el gobierno de
Manuel Bulnes patrocinó la inmigración de alemanes, austriacos, suizos y
franceses con el fin de colonizar las regiones meridionales del país,
especialmente Valdivia y Llanquihue por su potencial agrícola y ganadero. En el
año 1861 ya habían 263 familias alemanas en la zona, que juntas sumaban un
total de 1,375 personas.
En lo que comprende el periodo entre 1883 y 1890 se
instalaron aproximadamente 7 mil colonos europeos en las inmediaciones de la
zona austral, apoyados por una fuerte presencia estatal que cooperó activamente
en la ocupación de territorios. La inmigración de origen europeo se puede
concebir dentro de un marco de colonización territorial impulsada por una serie
de legislaciones que la hicieron posible, como también de esfuerzos
institucionalizados, comprobables con la apertura en 1872 de la Oficina General
de Inmigración o la creación en 1889 del Servicio de Tierras y Colonización.
Los compromisos estatales con la inmigración, empero, se
deben entender como la materialización de un proyecto modernizador. Aunque
afectado por contradicciones que, en ocasiones, repercutieron en la no
consecución de los objetivos en un inicio propuestos, en la reubicación
violenta e incluso exterminio de comunidades indígenas que también habitaban
los territorios colonizados y en la baja productividad de los colonos.
Durante la década de 1930 y a raíz de las secuelas dejadas
por la guerra civil española, un número de 2, 200 españoles desembarcaron del
Winnipeg en la ciudad de Valparaíso. Un buque francés que fue facilitado a los
refugiados gracias a la gestión de Pablo Neruda, cónsul especial para la
inmigración española, designado en París por el presidente Pedro Aguirre Cerda
en el año 1939.
La crisis económica en España y una legislación chilena que
favorece el retorno de los exiliados y sus familias han hecho crecer hasta
65,000 el número de ciudadanos de nacionalidad española que actualmente residen
en Chile.
"Aunque ha habido una llegada intensa, no ha sido tan masiva como la gente se puede imaginar, porque la inmigración de jóvenes españoles ha estado muy repartida en toda Sudamérica", explicó el cónsul general de España en Chile, Juan Carlos Sánchez.
Inmigración asiática
El arribo de inmigrantes provenientes de Asia es de antigua data. A partir del año 1850 personas de origen chino llegaron a Tarapacá para ocuparse en las guaneras peruanas y más adelante, con la anexión chilena del Norte Grande, como trabajadores portuarios y salitreros.
Las condiciones
laborales y de vida transitaron desde la semi-esclavitud durante la
administración peruana hasta la dependencia contractual asalariada tras la
anexión chilena.
Según datos recogidos de estadísticas oficiales, la
inmigración china de los siglos XIX y XX alcanzó su punto más alto el año 1920
con un total de 1,335 individuos, la abrumadora mayoría de ellos varones. Según
el INE, la cantidad de residentes habituales chinos ascendía a 13, 405 personas
el año 2018.
Los japoneses confluyeron en números modestos hacia Chile,
mayormente con el motivo de asentarse en las zonas de explotación salitrera. Los barcos de transporte japoneses habían ayudado a trasladar inmigrantes
chinos, lo que sentó una base referencial para las futuras relaciones con
Japón. Se estima que en 1920 vivían en el país alrededor de 500 japoneses
esparcidos de norte a sur.
Según Datosmacro.com vivían en chile hasta el año 2019, 3,231 japoneses
Inmigración americana en Chile
Unos 185, 865 haitianos viven en Chile según datos de Wikipedia a agosto2022, la mayoría realizando tareas básicas en lugares
como consultorios, escuelas, plazas y calles, además de en la construcción.
Unos 20,115 dominicanos vivían en Chile según Diario Libre de fecha 10 de marzo de 2022.
Desde 1990 y a principios del siglo XXI, debido a la estabilidad política y la mejora socioeconómica de Chile, se ha constatado la atracción de un número significativo de inmigrantes de variados países latinoamericanos, los cuales representaban, al término de 2019, aproximadamente a 1,500, 000 personas, correspondiente al 8 % de la población residente en el territorio chileno, esto sin contar a su descendencia nacida en Chile, por efectos del ius soli.
Sus principales procedencias, y nacionalidades de origen, corresponde a: 494 venezolanos, 235, 165 peruanos, 185, 865 haitianos, 161,153 colombianos, 120,103 bolivianos, 79,474 argentinos, 41,403 ecuatorianos, 20,115 dominicanos, 19, 980 brasileños, 16,253 cubanos y 10,380 mexicanos.
Esto ha impulsado un cambio en la fisonomía de ciertas comunas del país donde se concentra su número. En comunas como Santiago Centro e Independencia, uno de cada tres residentes es un extranjero latinoamericano (28 % y 31 % de la población de estas comunas, respectivamente). Otras comunas del Gran Santiago con altos números de inmigrantes son Estación Central (17 %) y Recoleta (16 %).
En las regiones del norte del país, por hallarse la
principal actividad económica nacional, se ha constatado también un número alto
de este tipo de inmigrantes. Por ejemplo, en la región de Antofagasta el 17.3 %
de la población es extranjera latinoamericana, con comunas como Ollagüe (31 %),
Mejillones (16 %), Sierra Gorda (16 %) y Antofagasta (11 %), con altos
porcentajes de inmigrantes latinoamericanos, principalmente bolivianos,
colombianos y peruanos.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Grupos_%C3%A9tnicos_de_Chile
https://reliefweb.int/report/chile/chile-un-oasis-para-los-haitianos-que-comienza-secarse
https://www.diariolibre.com/usa/actualidad/2022/03/10/dominicanos-en-el-exterior-cuantos-son/1696819
https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/emigracion/japon
https://reporteasia.com/region/japon/2022/07/27/sabias-que-los-japoneses-residentes-en-chile-pueden-obtener-la-licencia-de-conducir-sin-rendir-examen/
https://www.latercera.com/pulso/noticia/china-tiene-hambre-de-mas-chile-el-formidable-crecimiento-que-han-tenido-las-inversiones-e-influencia-del-gigante-asiatico-en-el-pais/46SLBWXYRVGV
https://www.soychile.cl/Santiago/Internacional/2016/07/16/406049/Espanoles-viviendo-en-Chile-65-mil-ciudadanos-residen-actualmente-aca-y-gran-parte-de-ellos-llegaron-por-trabajo.aspx
División del territorio de Chile
El estado de Chile es unitario y su autoridad máxima es el
Presidente de la República (Capítulo IV de la Constitución Política).
La Constitución Política establece para los poderes del
Estado y el cumplimiento de sus objetivos e identificación de sus autoridades,
agrupaciones distintas del territorio:
Para el Poder Ejecutivo se crea una división
político-administrativa compuesta de 3 unidades territoriales: Región,
Provincia y Comuna. (Artículo 110 de la Constitución Política)
Para el Poder Legislativo se establece una división
política-electoral, compuesta de 16 circunscripciones senatoriales y 28
distritos de diputados. (Título XI de la Ley de Votaciones Populares y
Escrutinios)
Para el Poder Judicial se establece una división
Judicial. Dentro de cada región existe a
lo menos 1 Corte de Apelaciones y dentro de cada comuna existe a lo menos 1
juzgado de letras o de primera instancia, totalizando 300 juzgados de letras
con asiento en las comunas, 17 Cortes de Apelaciones y la Corte Suprema de
Justicia. (Código Orgánico de Tribunales).
División político-administrativa
Para el cumplimiento de los objetivos de gobierno y
administración, el país se divide en dieciséis unidades territoriales menores
llamadas Regiones, y cada uno de ellas está a cargo de un intendente (Capítulo IV de la Constitución Política) los
cuales son designados por el Presidente de la República.
Las regiones se dividen, a su vez, en provincias los cuales
están a cargo de un gobernador, y éstas finalmente se dividen en comunas las que
son dirigidas por un alcalde, el cual es electo por votación popular.
56 provincias 346
comunas
Imagen del Congreso Nacional
División político-electoral
Para fines de la elección de representantes al parlamento, 50 senadores y 155 diputados, el territorio se divide en 16 circunscripciones senatoriales y 28 distritos de diputados. Las circunscripciones senatoriales eligen un número de senadores que va entre 2 y 5, dependiendo del tamaño poblacional de la circunscripción. Para el caso de los diputados, cada uno de los 28 distritos elige un número variable de diputados, entre 3 y 8, dependiendo de su número de habitantes.
Imagen de los Tribunales de Justicia
División judicial
De acuerdo a la Constitución Política del Estado y el Código Orgánico de Tribunales, integran el poder judicial como tribunales ordinarios de justicia: la Corte Suprema, las cortes de apelaciones, los Presidentes y Ministros de Corte y los juzgados de letras.
La Corte Suprema de Justicia está conformada por 21 ministros, los cuales tienen jurisdicción a nivel nacional y corresponden a los tribunales de última instancia. Dentro de cada región existe a lo menos una Corte de Apelaciones, así todas las regiones del país tienen organismos de apelación de segunda instancia.
Finalmente dentro de cada comuna existe a lo
menos un juzgado de letras o juzgado de primera instancia. En resumen, existen
300 juzgados de letras con asiento en las comunas, 17 Cortes de Apelaciones y
la Corte Suprema de Justicia.
Fuente:
https://epicentrogeografico.com/2019/08/como-se-divide-politicamente-chile/
https://www.bcn.cl/siit/nuestropais/division.htm
https://es.dreamstime.com/foto-de-archivo-congreso-nacional-de-chile-image90507507
https://www.researchgate.net/figure/Figura-29-Division-politico-administrativa-de-la-region-de-Aysen-Fuente-Imagen-de_fig7_330833269
Origen de los Símbolos Patrios en Chile
Durante el Gobierno de José Miguel Carrera, cuando nuestro
país aún no consolidaba definitivamente su independencia, se dispuso la
creación de una escarapela que pudiera identificar a los patriotas de quienes
militaban entre los realistas, cuyos soldados usaban en sus gorras y los
civiles en sus sombreros- una escarapela encarnada.
Nació entonces el primer símbolo patrio: una escarapela con
los colores blanco en el centro, azul en el anillo medio y amarillo en el
exterior.
Corría el 1° de julio de 1812.
En ese momento la escarapela sólo tenía un carácter de
distintivo. Con el tiempo fue acrecentando su carga simbólica, llegando a
adquirir un carácter emblemático que se conservaría durante muchos años. Aunque
sus colores fueron cambiando, se mantuvo como símbolo de la nacionalidad,
reconocido, incluso sobre las banderas que se adoptaron. Actualmente la
escarapela tiene la siguiente distribución: al centro un círculo azul sobre el
que descansa una estrella de color blanco. El anillo central blanco y el exterior
rojo.
Bandera de la Patria Vieja
En esos mismos días se instauró la primera bandera, la cual
destacó el 4 de julio el cónsul norteamericano Joel Poinsett durante una
recepción que brindó en el aniversario de la independencia de su país. Esta
bandera repetía los colores de la escarapela en tres franjas horizontales: azul
arriba, blanco al centro y amarillo abajo.
Cabe destacar que en esos años la bandera no tenía la
representatividad que ostenta hoy, siendo todavía la escarapela era el
indicador de patria y nacionalidad. Tal era así que en el Ejército Español,
cada regimiento usaba banderas de acuerdo al color de su arma y distintas a las
de los buques y fuertes porteños.
Respecto de la bandera no se dictó ningún decreto, pero se
exigió que los militares y funcionarios civiles llevaran visible la escarapela
en sus gorras y sombreros.
En su primera presentación en público como emblema del Estado
acontecida durante la celebración del aniversario de la Primera Junta de
Gobierno realizada el 30 de septiembre de ese año, la bandera lució el escudo
recién creado, lo que le dio categoría de Pabellón del Estado.
Esta bandera no sobrevivió largo tiempo y en mayo de 1814, a
raíz de la firma del Tratado de Lircay, el Director Supremo Coronel Francisco
de la Lastra, la mandó a retirar y fue reemplazada por la bandera española.
El 1 y 2 de octubre de 1814 en la batalla de Rancagua se usó
por última vez. Este hito marcó el inicio de la Reconquista, período en el que
Chile no tuvo bandera propia por lo que el 12 de febrero de 1817, Chile peleó
la Batalla de Chacabuco bajo la bandera de Argentina.
Bandera de la Transición
Luego del triunfo de Chacabuco, se adoptó un nuevo pabellón, llamado Bandera de la Transición, cuyo diseño se atribuye a Juan Gregorio Las Heras.
Ésta contemplaba tres franjas horizontales de colores azul,
blanco y rojo. El nuevo color rojo reemplazaba el amarillo de la bandera de
1812. Las franjas tenían su origen en los versos de Alonso de Ercilla que
dicen: “Por los pechos, al sesgo, atravesadas, bandas azules, blancas y encarnadas”, atribuidas
como lema guerrero de los mapuches durante la Conquista.
El color rojo simbolizaba la sangre vertida por los héroes en el campo de batalla; el blanco la nieve de la cordillera de los Andes; y el azul, el cielo chileno.
Al igual que la bandera de la Patria Vieja, este emblema no
tuvo legalización oficial y pronto desapareció.
Bandera chilena actual
La bandera que hoy rige a nuestro país fue concebida por el
Ministro de Guerra del Gobierno de Bernardo O´Higgins, José Ignacio Zenteno y
legalizada por el Decreto Ley del 18 de octubre de 1817. Este fue el modelo que
se utilizó en el juramento de la Independencia de Chile en 1818.
Sus colores tienen un significado muy especial, el blanco
representa la soberanía, el azul la justicia, y el rojo la sangre derramada en
las batallas de la Independencia.
El 12 de febrero de 1818 se jura la independencia de Chile
ante esta bandera en la Plaza de Armas de Santiago. Hoy es conservada y
exhibida por el Museo Histórico Nacional.
En 1854 se fijó la proporción que debían guardar entre sí los colores de la bandera y en 1912 se estableció el diámetro de la estrella.
Ese año se determinó también la precedencia de los colores en la banda presidencial y en las cintas de las condecoraciones y se fijó en azul, blanco y rojo, de arriba a abajo o de izquierda a derecha del espectador.
La actual bandera fue oficializada también por el Decreto
Supremo N° 1534 del Ministerio del Interior, que establece que nuestros
emblemas son el Escudo de Armas de la República, la Bandera Nacional, la
Escarapela y el Estandarte Presidencial.
Por otro lado, la Constitución Política de la República de
Chile, establece que “todo habitante de la República debe respeto a Chile y a
sus emblemas nacionales”. Y en su Artículo 2º. «Son emblemas nacionales la
bandera nacional, el escudo de armas de la República y el himno nacional.»
El Primer Escudo Nacional
El primer escudo se estableció durante el Gobierno de José
Miguel Carrera, en 1812. Fue diseñado sobre un óvalo, en cuyo centro había una
columna que representaba el árbol de la libertad. Sobre la columna se observaba
un globo terráqueo; sobre el globo, una lanza y una palma cruzadas, y sobre
éstas, una estrella. Junto a la columna, se observaba a una pareja de indígenas
de pie.
Este escudo llevaba dos lemas en latín. En la parte superior
se leía: “Post tenebras lux”, que significa “después de las tinieblas, la luz”,
y más abajo: “Aut consilliis aut ense”, que quiere decir “o por consejo o por
espada”.
En 1817 surgieron dos nuevos escudos, uno en junio y otro en
octubre. El primero conserva la columna, el globo y la estrella sobre un óvalo,
que en su parte superior llevaba impresa la palabra “Libertad”. El segundo, en
tanto, agregaba dos banderas con mástiles entrecruzados, y desaparecía la
palabra “Libertad”.
Escudo de Transición
El 23 de septiembre de 1819, el Senado chileno aprobó un
nuevo diseño. Este contemplaba un escudo formado en un campo azul oscuro, en
cuyo centro se ubicaba una columna sobre un pedestal de mármol blanco. Sobre
él, el nuevo mundo americano, tenía sobre él un letrero con la palabra
“Libertad”, y encima una estrella de cinco puntas que representaba a la
provincia de Santiago.
A los lados de la columna, se apreciaban otras dos estrellas iguales que representaban a Concepción y Coquimbo. Todo lo anterior iba rodeado de dos ramas de laurel atadas con una cinta tricolor.
En el circuito de la cinta aparecía toda la armería en orden: Caballería, Infantería, Dragones, Artillería y Bombardería. Para completarlo, un indígena sostenía en alto el escudo sentado sobre un caimán americano, mientras uno de sus pies se apoyaba en el cuerno de Analtea.
El caimán apretaba
entre sus mandíbulas al león de Castilla, cuya corona estaba caída, y sujetaba
la bandera española destrozada entre sus patas delanteras.
Este escudo despertó numerosas críticas y no fue muy aceptado, por lo que fue finalmente reemplazado. Durante el Gobierno de Joaquín Prieto se llamó a concurso para reformarlo, aprobándose el modelo propuesto por el artista Carlos Wood Taylor.
Escudo Nacional actual de Chile
En agosto de 1832, con la firma del Presidente Prieto y su
Ministro Joaquín Tocornal, este nuevo proyecto fue enviado al Congreso y se
aprobó el 24 de junio de 1834. El diseño se convirtió en el escudo nacional
definitivo que conocemos en la actualidad.
Este escudo, que utiliza los mismos colores de la bandera,
está formado por un campo dividido en dos partes iguales: el superior azul y el
inferior rojo.El emblema es sostenido por un cóndor y un huemul. Ambos
animales llevan en la cabeza una corona naval de oro que simboliza nuestras
glorias marítimas.
Un penacho de tres plumas de colores rojo, blanco y azul,
está posado sobre la cúspide del escudo. Este penacho era el símbolo de
distinción que antiguamente llevaban en el sombrero los Presidentes de la República.
Debajo, en los soportes, hay una cinta con el lema “Por la razón o la fuerza”.
Finalmente el 18 de octubre de 1967, un Decreto Supremo
especificó claramente las características de este escudo en toda su integridad,
y lo declaró, junto a la bandera, las escarapelas y el estandarte presidencial,
como Emblema Nacional.
Fuente:
Valencia Avaria, Luis, Símbolos Patrios, Ed. Gabriel Mistral,
Santiago, Chile, 1974.
https://identidadyfuturo.cl/2012/08/25/historia-de-los-simbolos-patrios/
https://slideplayer.es/slide/1795200/
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