Jacinto Convit
Jacinto Convit García (Caracas, 11 de septiembre de 1913–Ib.,
12 de mayo de 2014) fue un reconocido médico y científico venezolano, sus
logros indiscutibles: campaña y vacuna para eliminar la lepra en Venezuela,
concientizar sobre las enfermedades que esperaba prevenir; luchar por mejorar
la atención ofrecida a los pacientes afectados; insistir que los pacientes
fuesen tratados con mayor humanidad; y generar un sentido de urgencia en los
esfuerzos para controlar y curar las enfermedades desasistidas. Su dedicación
fue reconocida recibiendo el Premio Príncipe de Asturias de Investigación
Científica y Técnica, en 1987 por su arduo trabajo en la prevención y el
tratamiento de la lepra, la leishmaniasis, la oncocercosis y la micosis, entre
otras enfermedades tropicales en la Región.
Nació en Caracas, en la populosa parroquia de San José, el 11
de septiembre de 1913, hijo de madre venezolana, Flora García Marrero, y un
español de origen barcelonés, de nombre Francisco Convit Marti, naturalizado
venezolano. De la misma forma, falleció a los 100 años de edad en su ciudad
natal el 12 de mayo de 2014.
Educación formal y contribuciones
Inició sus estudios en el Liceo La Guaira, hoy "Andrés
Bello", siendo alumno destacado de Rómulo Gallegos en la cátedra de
Filosofía y Matemáticas, de quien afirmó:
Qué buenos recuerdos, un profesor ejemplar de talento
visionario.
Sus calificaciones, le hicieron merecer menciones honoríficas
en asignaturas como fisiología y anatomía humana, clínica médica y clínica
quirúrgica entre otras. Años después de empezar a destacarse como científico,
expresó que:
Estudiábamos mucho, con gran intensidad y había mucho que
memorizar. Hubo una época en la que llegué a sentir una especie de cansancio.
El número de horas que había que estudiar era grande.
En 1932 ingresó a la escuela de Medicina de la Universidad
Central de Venezuela (UCV) donde obtuvo el título de Doctor en Ciencias Médicas
en 1938. Se especializó en dermatología en los Estados Unidos. Como integrante
del equipo médico del Leprocomio de Cabo Blanco (estado Vargas) se dedicó al
tratamiento clínico contra la lepra, mientras en colaboración con el Dr. Martín
Vegas iniciaba en la vecina comunidad del litoral central una campaña educativa
destinada a erradicar la creencia colectiva de contagio de dicha enfermedad por
simple convivencia con los leprosos.
Su creciente experiencia en el tratamiento e investigación de
la lepra le permitió relacionarse con otros especialistas extranjeros, llegando
asistir como delegado de Venezuela al Congreso Panamericano de Lepra celebrado
en 1946 y al Congreso Internacional de Lepra que se llevó a cabo dos años
después, en 1948.
Tras obtener por oposición la plaza de médico dermatólogo en
el Hospital Vargas de Caracas, se incorporó a la cátedra de dermatología del
profesor Leopoldo Briceño Iragorry, siendo nombrado instructor y director de su
laboratorio. Jacinto Convit desempeñó este cargo hasta 1950, fecha en que fue
nombrado jefe de Clínica Dermatológica.
Reconocimientos a su carrera
En 1971 Convit fue nombrado por la Organización Mundial de la
Salud (OMS) Director del Centro Cooperativo para el estudio Histológico y
Clasificación de la Lepra, dirección que continuó desempeñando, hasta antes de
su fallecimiento. En 1968 fue nombrado Presidente de la Asociación Internacional
de la Lepra (International Leprosy Association) y reelecto en 1973, también fue
designado presidente de la International Journal of Leprosy Corporatio.
En 1976 fue elegido director del Centro Panamericano de
Investigación y Adiestramiento en Lepra y Enfermedades Tropicales.
En 1980, ingresa como individuo de número en la Academia
Nacional de Medicina de Venezuela. Por su larga y fructífera trayectoria
científica recibió numerosos reconocimientos nacionales e internacionales,
entre ellos, el Premio Nacional de Ciencias en la especialidad de medicina,
otorgado en 1980 por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Tecnológicas (CONICIT).
Desde su llegada a Cabo Blanco, Convit no descansó hasta
obtener la vacuna contra la aciaga enfermedad. Gracias a sus trabajos,
Venezuela se transformó en un centro de entrenamiento en lucha antileprosa.
Ello le valió en 1987 el Premio Príncipe de Asturias en su mención científica y
técnica, galardón concebido por el gobierno de España a las personas e
instituciones iberoamericanas que han hecho significativos aportes en beneficio
de la humanidad.
En el año 2013 los diputados de la Asamblea Nacional
venezolana aprobaron por primera vez un proyecto de reconocimiento a sus
trabajos, con motivo del centenario de su nacimiento y por su obra, que incluye
sus logros científicos a favor de la salud del pueblo venezolano y del mundo,
por su dedicación al ejercicio de la medicina sin fines lucrativos y de
enriquecimiento personal.
Fue amplia la carrera y proyección de la obra de Jacinto
Convit a nivel internacional. En la actualidad el Instituto de Biomedicina
recibe becarios enviados por la OMS/OPS provenientes de América, África y Asia.
Junto a Arnoldo Gabaldón y otros de su generación fueron los primeros venezolanos
en comprender el poder de una medicina institucional y la necesidad de una alianza con las
instancias del poder político.
Avances en la lepra
En 1937, el doctor Martín Vegas, conocido pionero en los
estudios sobre la lepra, invitó a Convit a visitar la vieja casona del lazareto
de Cabo Blanco en el estado Vargas, donde se alojaban cientos de pacientes
afectados por lepra o lacería. En 1990, Convit escribía que su permanencia en
Cabo Blanco fue enriquecedora en el plano personal y profesional.
"Aprendí a cuidar a los pacientes desempeñando labores
de médico, juez, odontólogo y consejero, que sirvieron ampliamente para
enriquecer mi conocimiento sobre la enfermedad y profundizar sobre el aspecto
humano de los enfermos"
En aquel tiempo esta enfermedad era todavía motivo de
prejuicios arraigados socialmente; a los leprosos se les encadenaba y eran
custodiados por autoridades policiales, imagen que definiría el carácter humano
de Convit, quien ante tal maltrato, exigió a los guardias un mejor proceder con
los enfermos.
Luego de varias investigaciones con el único remedio empleado
en estos pacientes, el aceite de Chaulmoogra, pudieron comprobar que el
compuesto de Sulfota y Clofazimina podía fungir con gran efectividad en contra
de este mal, lo que conllevó al cierre de las leproserías siendo Venezuela el
primer país en implementar esta medida.
Vacunas contra la lepra (Enfermedad de Hansen) y la
leishmaniasis
Jacinto Convit fue un hombre cuyo compromiso con la lepra y
la leishmaniasis fue suficiente para superar su decepción por el fracaso de los
intentos de desarrollar vacunas exitosas contra ellas. Equilibrando su trabajo
estos fueron sus logros indiscutibles: concientizar sobre las enfermedades que
esperaba prevenir; luchar por mejorar la atención ofrecida a los pacientes
afectados; insistir en que los pacientes fuesen tratados con mayor humanidad; y
generar un sentido de urgencia en los esfuerzos para controlar y curar las dos
enfermedades. Su trabajo persistente fue reconocido por Venezuela, y otros
países del mundo. Como parte de sus celebraciones centenarias, la Organización
Panamericana de la Salud lo eligió como uno de los doce Héroes de Salud
Pública.
La enfermedad con la que más se asoció el nombre de Convit, y
en la que trabajó a lo largo de su vida, es la lepra. Su participación fue
desde el comienzo de su carrera. Convit se formó en medicina en la Universidad
Central de Venezuela en Caracas, se graduó en 1938, luego se unió al personal
del Hospital Cabo Blanco de la Lepra, comúnmente conocido como el Leprosario de
Cabo Blanco.
Las condiciones allí eran pobres y, como más tarde recordó,
los únicos tratamientos fueron analgésicos y aceite de chaulmoogra, una terapia
de dudoso valor científico. Con el descubrimiento de los sulfones en 1940 el
tratamiento se hizo mucho más eficaz. Convit fue entonces una de las fuerzas
impulsoras de un cambio en las medidas de control de la lepra de Venezuela en
las que el aislamiento obligatorio fue sustituido por varios programas de
tratamiento.
La gran ambición de Convit era desarrollar una vacuna contra
la lepra. Peter Smith, profesor coordinador de epidemiología tropical de la
Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, se involucró en este trabajo
a través de la OMS, que coordinaba los ensayos de la vacuna en Venezuela,
Malaui e India. "Convit había desarrollado una presunta vacuna mediante el
cultivo de Mycobacterium leprae en armadillos de nueve bandas”, dijo Smith.
La vacuna debía administrarse conjuntamente con BCG.
"Viajé de ida y vuelta a Venezuela durante varios años, ayudándole a
establecer el ensayo de vacunas en las zonas del país donde la enfermedad era
más endémica, en el sur y hacia la frontera con Colombia. Rompimos el código de
prueba justo antes de una gran reunión que Convit estaba organizando en
Venezuela.
Básicamente no hubo
diferencia en la incidencia de la lepra en el grupo vacunado y en los controles
que acababan de tener BCG". Convit estaba profundamente decepcionado.
"Pero él era un tipo muy flemático. Aceptó los resultados, y luego
concentró sus esfuerzos en Leishmania".
Convit tuvo cierto éxito en inmunoterapia, pero menos en
desarrollar una vacuna contra la leishmaniasis. Smith también ayudó durante
varios años con el proyecto de leishmaniasis. Las pruebas organizadas en Sudán
y en otros lugares, nuevamente no estuvieron a la altura de las expectativas de
Convit.
"Una de las cosas que hizo, que probablemente fue
eficaz, aunque nunca fue evaluada completamente en un ensayo controlado”, dice
Smith, "fue para dar dosis repetidas de BCG a pacientes de lepra como una
forma de inmunoterapia". Los cálculos costo-beneficio de Convit sugirieron
que su terapia era una ganga: tratamientos
por el precio de una quimioterapia.
Convit también hizo importantes aportes en el conocimiento de
enfermedades infecciosas, como la Oncocercosis y Micosis profundas.
Creación de institutos
Luego de controlar la lepra y otras enfermedades endémicas,
Convit se planteó el reto de crear un centro de investigaciones científicas.
Así, nació el Instituto Nacional de Dermatología (antecesor del actual de
Instituto de Biomedicina situado en Caracas, el cual dirigió desde 1972, y es
desde el 2 de julio de 1973, la sede del Centro Internacional de Investigación
y Adiestramiento sobre Lepra y Enfermedades afines de la Organización Mundial
de la Salud. Allí, después de mucho esfuerzo conjunto y continuo, surgió la
vacuna contra la lepra, que sirvió de base para la vacuna contra la
leishmaniasis.
Su obra más importante no fueron sus vacunas o
inmunoterapias, fue su espíritu de constructor, conductor y jefe; que integró a
su alrededor un equipo eficaz formado por gentes capaces con dotes de liderazgo
y que crearon con él el Instituto de Biomedicina. Su nombre debe ser sinónimo
de progreso sobre bases científicas.
En su trayectoria contribuyó a la fundación de diversas
instituciones y asociaciones relacionadas con la labor médica, dentro y fuera
de Venezuela. De esta forma, fue miembro fundador de la Sociedad Venezolana de
Dermatología y Venereología, de la Sociedad Venezolana de Alergología y de la
Sociedad Venezolana de Salud Pública.
Vida familiar
En 1946, a los 33 años de edad, se casó con Rafaela Marotta
D'Onofrio, de Caracas e italiana de origen, con quién tuvo cuatro hijos de los
cuales viven: Francisco Convit, empresario radicado en Caracas, dedicado a la
actividad agropecuaria y que ha tenido una destacada trayectoria en el hipismo
poseyendo un stud y un haras; afición y propiedades, que por cierto, compartía
con su padre. El Dr. Rafael J. Convit, cirujano plástico que reside en
Washington DC y el Dr. Antonio Convit, profesor e investigador de la
Universidad de Nueva York. Su hijo Oscar Convit falleció en el año 1978 y su
esposa en el año 2011.
Publicaciones científicas
Siendo designado médico jefe de la División de Lepra del
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social de Venezuela publica diversos
trabajos sobre la lepra, como:
El mal de Hansen;
Consideraciones sobre el enfermo o enferma dado de alta y
otros tópicos relativos a la lepra;
Tratamiento preventivo de la erisipela recidivante para la
vacunación local; La Vitamina E;
Las atrofias musculares de la mano por neuritis leprosa y del
tratamiento de estas lesiones por el alfatocolerol; y Las lesiones leprosas del
cuero cabelludo.
Jacinto Convit
Su vida la dedicó a la investigación científica. Siendo uno
de sus mayores logros el desarrollo de la vacuna contra la lepra en 1987.
Además, aportó valiosos avances al conocimiento de otras enfermedades
infecciosas, como la leshmaniasis logrando también crear una vacuna.
Siempre se sintió conmovido por la estigmatización sufrida
por los pacientes que sufrían de lepra, y trabajó por y con ellos.
Los últimos años de su vida los dedicó a conseguir la cura
contra el cáncer. «No me quita el sueño ganar el Premio Nobel, pero si hallar
la cura para el cáncer», llegó a afirmar. Su último estudio lo publicó en 2013
a la edad de 100 años.
Su dedicación y esfuerzo a la ciencia médica fue reconocido
por el mundo en 1988, cuando fue postulado al Premio Nobel de Medicina.
https://es.wikipedia.org/wiki/Jacinto_Convit
Para el próximo Lunes 5 de agostoo de 2024 publicarél la historia de otro venezolano destacado.
0 comentarios:
Publicar un comentario