Javier Pérez de Cuellar.
Javier Felipe Ricardo Pérez de Cuéllar de la Guerra (Lima, 19
de enero de 1920, 4 de marzo de 2020) fue un político, abogado y diplomático
peruano. Fue el 5to Secretario general de las Naciones Unidas entre el 1 de
enero de 1982 y el 31 de diciembre de 1991 siendo hasta la fecha el único
representante de origen latinoamericano en asumir como embajador dichas
funciones.
Primeros años
Hijo de Ricardo Pérez de Cuéllar y de Rosa de la Guerra
Cevallos, estudió en el Colegio San Agustín de Lima. Una vez concluida la
secundaria, ingresó a la Pontificia Universidad Católica del Perú para seguir
estudios de Derecho, optando el título profesional en la mentada carrera.
Casado en primeras nupcias con la ciudadana francesa Yvette
Roberts (fallecida en Lisboa, 2013), de cuyo matrimonio tuvieron dos hijos,
Francisco (nacido en 1947, en París) y Águeda Cristina (nacida en 1955, en
Londres).
Estuvo casado en segundas nupcias con la ciudadana piurana
Marcela Temple Seminario (fallecida en Bruselas, 2013).
Falleció por causas naturales a los cien años en su domicilio
de Lima el 4 de marzo de 2020, la noticia fue comunicada por su hijo Francisco
Pérez de Cuéllar.
Carrera diplomática
Pérez de Cuéllar después del conflicto entre Irak e Irán.
Trabajó en el Ministerio de Relaciones Exteriores peruano
desde 1940 (su ingreso fue como amanuense vía el destacado Alfredo Solf y
Muro), y también en el cuerpo diplomático en 1944.
Participó en misiones en las embajadas del Reino Unido,
Bolivia y Brasil, regresó en 1961 al ministerio, donde permaneció hasta 1969,
excepto dos años en los que fue embajador en Suiza (1964-1966).
Se desempeñó como secretario general del Ministerio de
Relaciones Exteriores y durante el golpe de Estado de 1968 se encargó de la
toma de mando de la cúpula militar.
En 1969, fue nombrado embajador del Perú en la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (1969-1971) por primera vez, en el gobierno
de Juan Velasco, rompiendo el marco estrecho de la diplomacia peruana hasta
entonces. Durante este periodo también fue embajador concurrente en Polonia.
Fue representante permanente de Perú ante las Naciones Unidas
entre 1971 y 1975.
En marzo de 1978, fue nombrado embajador del Perú en
Venezuela, cargo en el que estuvo hasta abril de 1979.
En 1979, fue nombrado subsecretario general de la ONU.
En 1981, de regreso en el Perú, el presidente Fernando
Belaúnde Terry propuso al senado el nombramiento de Pérez de Cuéllar como
embajador en Brasil. Incluso, presentó al embajador con el presidente brasileño
João Baptista Figueiredo que se encontraba en Lima en visita oficial. Sin
embargo, la Cámara rechazó el nombramiento con votos del partido oficialista
Acción Popular. Ante ello, Pérez de Cuéllar solicitó el pase a la situación de
retiro en el servicio diplomático en octubre de 1981.
En 2002, asumió el cargo de embajador de Perú en Francia y
ante la Unesco. El 22 de julio de 2004, Javier Pérez de Cuéllar presentó la
renuncia a este cargo, la cual fue aceptada para regir desde el primero de
noviembre de 2004, pero luego retardada hasta el 31 de diciembre de 2004.
Secretario general de las Naciones Unidas (1982-1991)
En diciembre de 1981, fue elegido secretario general de las
Naciones Unidas. Asumió el cargo el 1 de enero de 1982. Se desempeñó como
intermediario en la guerra de las Malvinas, aunque no pudo detener el
conflicto.
Tras ser reelegido como secretario general en 1986, utilizó
hábilmente la diplomacia para lograr el «alto al fuego», que puso fin a la
guerra irano-iraquí, siendo mediador del conflicto junto a conversaciones con
ambos jefes de estado.
En 1991, negoció el fin de las hostilidades en la guerra del
Golfo Pérsico. Logró la liberación de los rehenes occidentales secuestrados por
el grupo islámico Hezbolá en Líbano, y la paz entre el gobierno y la guerrilla
de El Salvador.
Actuación política
A solicitud de distintos grupos políticos peruanos, accedió a
ser candidato a la presidencia de la República de su país en 1995. Con este
fin, en 1994, fundó el partido político Unión por el Perú. En las elecciones
alcanzó la segunda mayor votación, pero fue reelegido en primera vuelta el
entonces presidente Alberto Fujimori al obtener el 64 % de votos válidos (la
ley electoral peruana otorga el triunfo en primera vuelta al candidato que
obtenga más del 50 % de votos válidos).
Luego de las elecciones, Pérez de Cuéllar se instaló en
París.
El 22 de noviembre, el presidente transitorio, Valentín
Paniagua Corazao le propuso a Pérez de Cuéllar ser presidente del Consejo de
Ministros y en el gobierno que encabezaría hasta 28 de julio de 2001.
Pérez de Cuéllar llegó a Lima el 24 de noviembre de 2000 y
formó con Paniagua el nuevo gabinete de ministros, en el cual se acordó que el
embajador también asumiría el cargo de ministro de Relaciones Exteriores.
Juró el 25 de noviembre de 2000 en una ceremonia realizada en
Palacio de Gobierno.
Como canciller, se encargó de la reinserción del Perú en la
comunidad internacional e impulsó la Carta Democrática en la Cumbre
Interamericana de Quebec. De la misma manera, se retomaron las relaciones con
la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Docencia académica
Trabajó también como profesor de derecho Internacional en la
Academia Diplomática del Perú y como profesor de Relaciones Internacionales en
la Academia de Guerra Aérea del Perú.
Obras escritas
Manual de Derecho Diplomático (Manual of Diplomatic Law),
1964, corregida y aumentada posteriormente.
Peregrinaje por la paz, editado originalmente en inglés
(Pilgrimage for peace) en Nueva York.
Selección de discursos.
Los Andagoya, 2014, novela.
Condecoraciones y homenajes
El Embajador Javier Pérez de Cuéllar recibió el Doctorado
Honoris Causa en las siguientes Universidades:
Pontificia Universidad Católica del Perú
Universidad de Lima (17 de julio de 2004)
Universidad de Niza
Universidad Jagiellonian de Cracovia
Universidad Charles de Praga
Universidad de Sofía
Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima
Universidad Libre de Bruselas
Universidad Carleton de Ottawa, Canadá
Universidad de París (La Sorbona)
Universidad de Visva-Bharati en Bengala Occidental, India
Universidad de Míchigan
Universidad de Osnabrück, Alemania
Universidad de Coímbra en Coímbra, Portugal
Universidad Nacional de Mongolia en Ulán Bator
Universidad Humboldt de Berlín
Universidad Estatal de Moscú
Universidad de Malta en Valleta
Universidad Leyden en los Países Bajos
Universidad La Salle en Filadelfia
Universidad
Tufts en Medford, Massachusetts
Universidad
Johns Hopkins en Baltimore, Maryland
Universidad de Cambridge en el Reino Unido,
Universidad Tecnológica del Perú
Universidad de Valladolid en España, entre otras.
A lo largo de su carrera ha sido condecorado por varias
decenas de países:
Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, España
Caballero de la Gran Cruz de la Orden de San Miguel y San
Jorge, Reino Unido
Grand Cordon de la Orden Nacional del Cedro, Líbano
Gran Cruz, clase especial de la Orden del Mérito de la
República Federal de Alemania
Gran Oficial de la Orden al Mérito de la República italiana
Gran Cruz de la Orden del Mérito de la República de Polonia
Gran Cruz de la Orden de la Cruz del Sur
Gran Cruz de la Orden de la Corona de Roble
Gran Cruz de la Legión de Honor
Principales premios
Four Freedom Award, Ámsterdam, Países Bajos, 18 de junio de
1992.
Premio Athina Onassis man and Mankindo, Atenas, 5 de abril de
1991.
En octubre de 1987, recibió el Premio Príncipe de Asturias,
por promover la cooperación Iberoamericana.
En enero de 1989, recibió el Premio Olof Palme de
Entendimiento Internacional y Seguridad Común, de manos del Fondo Conmemorativo
Olof Palme.
En febrero de 1989, recibió el Premio Jawaharlal Nehru.
Man for Peace
Award, 1988, Conjuntamente con Peace Foundation, 25 de octubre de 1988.
International
Peace Award, 1986, International Association of University Presidents.
Great World Peace Award, 1984.
Colibrí de Oro: Premio Adulto Mayor Prima AFP, 2013.
Últimos años
Con motivo de su octogésimo aniversario, recibió en 2,000 en
la Universidad de Lima un significativo homenaje donde dictó una charla
magistral sobre relaciones internacionales. En dicha ocasión, se expusieron
todas sus condecoraciones en vitrinas colocadas en una sala especial.
El 22 de julio de 2005 sufrió un infarto y es tratado en la
unidad de cuidados intensivos en un centro hospitalario en París, donde le
dieron de alta el 30 de julio del citado año.
Ostentó el cargo permanente de embajador de Perú en Misión
Especial del Estado Peruano.
El 19 de enero de 2010, durante las celebraciones por su nonagésimo
aniversario, las Naciones Unidas, el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo y el Gobierno de Perú lo honraron con una estampilla, libro de
recuerdos de personalidades mundiales, así como una medalla conmemorando la
ocasión. Asimismo, la nueva sede de las Naciones Unidas en Lima ha sido
denominada Complejo Javier Pérez de Cuéllar.
Al acto de inauguración del edificio asistieron 800
invitados, presididos por el presidente Alan García, con discursos por parte
del canciller de la República y otros altos funcionarios tanto de las Naciones
Unidas como del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El 9 de agosto de 2010 en ocasión de una ceremonia habida en
el Palacio de Torre Tagle, Javier Pérez de Cuéllar hizo donación a su alma
máter de todas las condecoraciones recibidas de decenas de países para que sean
exhibidas en el Centro Cultural Inca Garcilaso, dependencia de la cancillería
peruana. En dicha ocasión mencionó que «No es un presente. Es una retribución.
Estoy devolviendo lo aprendido en tantos años de servicios al Ministerio de
Relaciones Exteriores»
Acerca del numeroso intercambio de opiniones entre políticos
y la prensa de Perú y de Chile, sobre una eventual devolución del Monitor
Huáscar a Perú, que no forma parte de la agenda bilateral pero surge a raíz de
la pregunta de un periodista al ministro de Defensa chileno Jaime Ravinet, en
ocasión de su visita a Perú el 16 de agosto de 2009, Javier Pérez de Cuéllar
opinó que "como peruano cómo no puedo desear que devuelvan el Huáscar a
nuestro país".
El 6 de septiembre de 2010, Javier Pérez de Cuéllar informó,
mediante comunicado público, que personas inescrupulosas tomaron su nombre a
fin de pedir ayuda económica en beneficio del tratamiento médico de personas
enfermas. Ante esta situación el embajador alertó a la comunidad internacional,
desde su sitio web oficial, sobre esta modalidad de estafa.
El 19 de enero de 2020, Pérez de Cuéllar recibió por parte de
las Naciones Unidas las felicitaciones por sus 100 años de vida.
Murió el 4 de marzo de
2020 en Lima, Peru.
https://es.wikipedia.org/wiki/Javier_P%C3%A9rez_de_Cu%C3%A9llar
https://www.monografias.com/trabajos82/heroes-personajes-ilustres-peru/heroes-personajes-ilustres-peru
Santa Rosa de Lima
Santa Rosa de Lima (Lima, 20 de abril de 1586-Lima, 24 de
agosto de 1617), de nombre secular Isabel Flores de Oliva, fue una santa
católica terciaria dominica canonizada por el papa Clemente X en 1671. Entre
las personas nacidas en América (antiguamente Indias Occidentales), Rosa de
Lima fue la primera en recibir el reconocimiento canónico de santidad de la
Iglesia católica.
Fue proclamada excelsa patrona de Lima en 1669, y del Nuevo
Mundo y las Filipinas en 1670. Además, es patrona de institutos educativos,
policiales y armados de Venezuela, Policía Nacional de la República del Perú,
Policía Nacional del Paraguay y las Fuerzas Armadas argentinas. En virtud de la
enfermedad que le produjo la muerte, es la patrona de los tuberculosos.
Primeros años
Isabel Flores de Oliva nació el 20 de abril de 1586 en Lima, la capital del entonces virreinato del Perú. Fue hija de Gaspar Flores, arcabucero natural de Baños de Montemayor, provincia de Cáceres, España, y de María de Oliva y Herrera, hilandera y costurera, natural de Huánuco. Además, fue la cuarta hija de doce hermanos, de los cuales solo se conoce a nueve
José Manuel Bermúdez, uno de sus biógrafos, contribuyó a
extender la opinión de que el nacimiento de Rosa ocurrió el día 30 de abril,
pero en los registros del proceso ordinario se encuentra que la madre de Rosa y
otras personas entre ellas fray Pedro de Loaiza, confesor de Rosa y su primer
biógrafo declararon como fecha de su nacimiento el día 20 de abril.
Fue bautizada, según su documento de registro, el 25 de mayo de 1586, en la Parroquia de San Sebastián, en su ciudad natal por el sacerdote Antonio Polanco, siendo sus padrinos Hernando de Baldés y María Osorio.
A los tres
meses de edad una criada afirmó haber visto su rostro transformarse en una
rosa, y desde entonces era llamada Rosa por su madre.
A temprana edad emulando a la terciaria dominica santa
Catalina de Siena empezó a ayunar tres veces por semana y a realizar severas
penitencias en secreto. Su compañero de juegos fue su hermano Hernando, quien
siempre la apoyó y ayudó.
A los doce años, se mudó con su familia hacia Quives, un pueblo a sesenta kilómetros de Lima, ubicado en el valle del río Chillón. Es aquí donde recibió la confirmación de manos del futuro santo católico Toribio de Mogrovejo, su padrino fue el sacerdote del pueblo Francisco González.
Es en
Quives donde, al parecer, empezó con sus mortificaciones contrayendo un reuma
muy fuerte, con consecuencias dolorosas para su recuperación, que ella ocultaba
a su madre.
Santa Rosa de Lima por Francisco Laso (1859)
El día de su confirmación, en el pueblo de Quives, el
arzobispo Toribio de Mogrovejo la confirmó con el nombre de Rosa. Aunque le
mortificaba que la llamasen así porque se burlaban de ella, ya que era la única
con ese nombre. A los veinticinco años, aceptó y quiso que la llamaran Rosa de
Santa María porque, según relató su madre, fue a conversar con un sacerdote a
la iglesia de Santo Domingo y le manifestó la molestia que le causaba que la
llamen Rosa. Pero el sacerdote la tranquilizó diciéndole: «Pues, hija, ¿no es
vuestra alma como una rosa en que se recrea Jesucristo?».
Con esto quedó tranquila y segura del nombre que le habían
dado. Más adelante, según sus biógrafos, ella afirmó que en episodios de tipo
místico, la Virgen del Rosario y el Niño Jesús (cuando se casó con él en
desposorio místico) le confirmaron el nombre.
Regresó a Lima con su familia ya siendo una joven. Debido a
problemas económicos de la familia, trabajaba el día entero en el huerto y
bordaba para diferentes familias de la ciudad y así ayudar al sostenimiento de
su hogar. Bajo esas condiciones precarias, también veía a su alrededor otra
pobreza más humillante, la de los indios. Su aya Mariana, quien era india, la
ayudó a tomar conciencia de la humildad de estos individuos.
Entre ellas existía tal compenetración que el alma de Mariana
veía a Rosa en toda la antigua población inca, maltratada por los hidalgos
españoles. Rosa decía: «Si los cristianos están obligados a predicar amor por
todas partes, ¿por qué llegaron a América con guerras, destrucción y odio?». Esa
idea la torturaba, y se preguntaba con angustia: «¿Por qué deben sufrir tantos
indios?». No encontró respuesta hasta que descubrió el valor redentor del
sufrimiento.
Cuando fue admirada por su belleza, Rosa cortó su cabello y
se echó pimienta a la cara, molesta por haber atraído pretendientes. Rechazó a
todos sus pretendientes, a pesar de la oposición de amigos y familiares. Rosa
pasaba varias horas al día observando el Sagrado Sacramento, el cual recibía a
diario una práctica extremadamente rara en aquella época.
Finalmente, después de diez años, hizo voto de virginidad.
Rosa atrajo la atención de los frailes de la orden dominica. Ella deseaba
convertirse en monja, pero su padre se lo prohibió, por lo que al cabo de unos
años ingresó en la tercera orden de Santo Domingo a imitación de su admirada
santa Catalina de Siena.
A partir de entonces se recluyó, prácticamente, en la ermita
que ella misma construyó, con ayuda de su hermano Hernando, en un extremo del
huerto de su casa. Solo salía para visitar el templo de Nuestra Señora del
Rosario y atender las necesidades espirituales de los indígenas y los negros de
la ciudad.
También atendía a muchos enfermos que se acercaban a su casa
buscando ayuda y atención, creando una especie de enfermería en su casa. Muchos
biógrafos escriben que ayudó a fray Martín de Porres, lo cual no está probado
en el texto del Proceso de Martín de Porres (Lima, 1579-1639), el cual es santo
desde 1962. Rosa se permitía dormir solo dos horas al día, de tal forma que
pudiera dedicar más tiempo a la oración. Usaba una pesada corona de plata, con
pequeñas espinas en su interior, emulando la corona de espinas de Jesucristo.
Santa Rosa y la defensa de Lima
Claustro de santa Rosa de Lima
En 1615 buques corsarios neerlandeses deciden atacar la
ciudad de Lima, aproximándose al puerto del Callao en días previos a la fiesta
de La Magdalena. La noticia corre pronto hasta Lima y con ello la proximidad y
desembarco en el Callao, lo que altera los ánimos de los ciudadanos. Ante esto,
Rosa reúne a las mujeres de Lima en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario
para orar por la salvación de Lima.
Apenas llegada la noticia del desembarco, la terciaria subió al altar y, cortándose los vestidos y cosiendo los hábitos, puso su cuerpo para defender a Cristo en el sagrario. Los ánimos del vecindario eran alarmantes, llegando a huir muchos de Lima hacia lugares distantes.
Misteriosamente el
capitán de la flota neerlandesa falleció en su barco días después, y ello
supuso la retirada de sus naves, sin atacar el Callao.
En Lima todos atribuyeron el milagro a Rosa y por ello en sus
imágenes se le representa portando a la Ciudad sostenida por el ancla.
En Argentina, Paraguay y Uruguay, hacia fines del mes de
agosto ocurre la llamada tormenta de Santa Rosa. La tradición atribuye a Rosa
el origen de este fenómeno natural que logró la huida de los enemigos de los
peruanos.
Desposorio místico
Uno de los momentos importantes de su vida es el desposorio
místico, ocurrido el Domingo de Ramos de 1617, en la Capilla del Rosario
(Templo de Santo Domingo de Lima). Rosa, al no recibir la palma que debía
portar en la procesión, pensó que era un mensaje de Dios por alguna ofensa que
ella hubiese realizado. Acongojada se dirigió a la Capilla de imagen del
Rosario y orando ante la Virgen, sintió el llamado del Niño Jesús de la imagen,
que le dijo: «Rosa de Mi Corazón, yo te quiero por Esposa», a lo que ella
respondió: «Aquí tienes Señor a tu humilde esclava».
Últimos días
Iglesia de Santo Domingo (Lima), donde se encuentran los
restos mortales de santa Rosa de Lima.
Ya cerca del final de su vida, cayó gravemente enferma. Pasó
los últimos tres meses de su vida en la casa de Gonzalo de la Maza, un contador
notable del Gobierno virreinal, y de su esposa María de Uzategui. En este
lugar se levanta el Monasterio de Santa Rosa de Lima.
Murió de tuberculosis a los 31 años de edad, en las primeras
horas del 24 de agosto de 1617, fiesta de San Bartolomé, como ella misma
profetizó y contó el padre Leonardo Hansen, quien escribió la primera biografía
de Rosa Peruana.
Hoy sus restos se veneran en la Basílica de Nuestra Señora
del Rosario de Lima (Santo Domingo), con notable devoción del pueblo peruano (y
de América) que visita la Capilla dedicada a su culto en el Crucero del Templo
dominicano.
Después de su muerte
Retrato póstumo de santa Rosa, lienzo del artista italiano
Angelino Medoro. Fue pintado pocas horas después del fallecimiento de la santa
limeña, el 24 de agosto de 1617.
Reconstrucción facial de santa Rosa de Lima, realizado por el
Equipo Brasileño de Antropología Forense y Odontología Legal (Ebrafol), agosto
2015.
Su entierro fue uno de los más notables que vivió la ciudad
de Lima. En la casa de la familia de la Maza se formaron grandes multitudes
para contemplar a Rosa. El gentío hubo de esperar a su traslado hacia la
Iglesia del Rosario. Al traslado acudieron el virrey, el Cabildo Secular y
Eclesiástico, las órdenes religiosas presididas por la orden de Santo Domingo
de Guzmán, los oidores y personas notables.
El día de sus exequias y entierro, hubo de requerirse la
fuerza de la guardia del virrey para impedir que Rosa fuera desvestida por los
devotos, los cuales se abalanzaban sobre su cuerpo para arrancarle la
vestimenta en busca de un recuerdo, aclamándola como santa. A pesar de ello,
tuvieron que cambiarle tres veces los hábitos e incluso en el traslado algún
irreverente seccionó uno de sus dedos del pie.
En el lecho de muerte, Gonzalo de la Maza hizo retratar el
rostro de Rosa. A su efecto llamó al pintor italiano (Angelino Medoro), quien
realizó el primer testimonio de su apariencia física.
La devoción del pueblo se excedió a tal punto, que en pocos
años tuvieron que retirarla de la cripta y colocarla en la Iglesia del Rosario.
Devoción
Su casa (el santuario), ubicado en el Centro de Lima,
conserva los lineamientos que tuvieron en el siglo xvi, época en que vivió
Rosa. Anualmente es visitado por miles de devotos, peregrinos y turistas
quienes recorren los ambientes que estuvieron directamente ligados a su vida y
caridad para el prójimo.
Se conserva como reliquia una ermita donde ella rezaba. Cerca
hay un pozo de veinte metros de profundidad donde sus devotos depositan sus
deseos escritos. También se conserva la habitación donde dormía, la habitación
(el corazón del santuario) en la cual nació y la enfermería donde atendía a sus
hermanos necesitados.
La basílica-santuario fue empezada a construir luego de su
canonización, con posteriores restauraciones durante los siglos XVII y XX. Hubo
de ser remodelada y fue inaugurada finalmente el 24 de agosto de 1992. Este
lugar es principal punto de peregrinación de todo el Perú y su arraigo popular
es comparable al de la Virgen de Guadalupe en México.
La figura de Rosa de Santa María representa un símbolo de
integración del pueblo peruano. En ella convergen todas las clases sociales.
En 1747 se construyó en Arequipa el Monasterio de Santa Rosa,
dedicado a la santa limeña y que hasta la fecha alberga una comunidad de
religiosas dominicas de clausura.
Formó parte de la familia dominicana, de la provincia de San
Juan Bautista del Perú. Sus flores preferidas fueron las margaritas, los claveles
y las rosas.
Se han escrito cerca de cuatrocientas biografías sobre ella.
Y se han realizado más de mil rostros en lienzos, estampas y esculturas.
Hechos, entre otros, por renombrados artistas como Francisco de Zurbarán,
Claudio Coello, Angelino Medoro, Daniel Hernández, Teófilo Castillo, Francisco
González, Sérvulo Gutiérrez y Walter Huamán.
Festividad en el rito romano
Se inscribió la fiesta de Santa Rosa de Lima en el calendario
general romano en el año 1727, indicando como fecha de la celebración el día 30
de agosto, entonces el día más cercano del aniversario de la muerte de la santa
(24 de agosto) no ocupado por la celebración de otro santo.
La revisión general del calendario romano general decretada
en el año 1969 liberó el 23 de agosto, día anterior al aniversario de su
muerte. Para los países hispanoamericanos de los que es patrona, como en el
Perú, 18 se sigue conservando el 30 de agosto.
En la República del Perú, el 30 de agosto es un día feriado y
su imagen (descubierta el día de la canonización en 1671, en la catedral)
recorre las calles de Lima. En el mes de agosto se rinde culto solemne a la
santa en el distrito de Barranco que culmina con el recorrido procesional del
día 30 de agosto.
Santa Rosa de Lima también aparece en los billetes de
doscientos soles, el de mayor valor en circulación en la República del Perú.
Cédula real de consagración
Hermoso vitral de santa Rosa de Lima en el Panteón de los
Próceres en Lima.
Cédula Real de la Reina Mariana de Austria sobre la declaración
y recibimiento como Patrona de las Ciudades de los Reinos del Perú a la
Bienaventurada Madre Rosa de Santa María, dada a 11 de marzo de 1669.
La Reina Gobernadora: Por cuanto la Santidad de Clemente
Noveno, atendiendo a los piadosos e instantes ruegos del Rey, mi hijo y míos,
hechos por medio del Marqués de Astorga, Embajador de aquella Corte acerca de
que la Bienaventurada Madre Rosa de Santa María, que fue de la Tercera Orden de
Santo Domingo y natural de la Ciudad de los Reyes, fuese declarada por Patrona
de ella y todo el Reino del Perú, y a los méritos que tenemos hechos en
servicio de la Iglesia juntamente con haber sido esta gloriosa Virgen, la
primera, que entre los siervos de Dios que las Indias Occidentales produjeron,
mereció ser decorada con honor de público dándosele culto por su admirable
copia de virtudes y milagros, ha sido servido despacharse este Breve, con su
data en Roma, a dos de enero próximo pasado, declarándola por Patrona más
principal de la dicha Ciudad de los Reyes y todo el Reino del Perú, con fiesta
de precepto, oficio y privilegios de tal; y habiéndose visto en el Consejo Real
de las Indias por lo que conviene, tenga debida observancia.
Por la presente mando al Virrey y Presidentes de las
Audiencias en las dichas provincias del Perú y a los Gobernadores y
Corregidores de ellas, y ruego y encargo a los arzobispos y obispos de las
iglesias metropolitanas y catedrales de aquellas provincias, que luego vean la
copia auténtica del dicho Breve que se remite con ésta, den las órdenes
convenientes para que se guarde, cumpla y ejecute lo contenido en él; y en
todas las iglesias y lugares de sus distritos y diócesis para que por medio de
la intercesión de la Bienaventurada consigan tanto mayor y más eficaz
patrocinio cuanto con más celebre e intensa devoción se esmeraren en
reverenciarla. De Madrid, a once de marzo de mil y seiscientos y sesenta y
nueve años. Yo, la Reina. Por mandado de Su Majestad, Don Gabriel Bernardo de
Quiróz.
Y a las espaldas de la dicha Real Cédula están cuatro rúbricas
que parecen ser de los Señores del Real Consejo de Indias.
Cédula Real hallada en las Actas del Cabildo Colonial de San
Francisco de Quito de 1664 a 1669 - Volumen XXXVII.
Canonización
A pocos días de su muerte se reunieron numerosos testimonios
sobre su vida y virtudes.
En 1634 se presentó a Roma la causa de beatificación. La beatificación se realizó en el Convento Dominico de Santa Sabina en Roma, en 1668.
Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671, proclamándola por
principal patrona del Nuevo Mundo.
En Lima, Roma, España y todos los países de América y Europa
se celebraron fiestas suntuosas en honor de la primera santa natural de
América.
Los pontífices en sus respectivas bulas la proclamaron santa
con el nombre de Rosa de Santa María, y que posteriormente hubo de convertirse
en Rosa de Lima, nombre toponímico común a muchos santos en el orbe cristiano.
La tradición cuenta que el papa Clemente X, luego de oír los
argumentos sobre su canonización dijo: «¡Hum! ¡Patrona y santa! ¿Y Rosa? que
llueva flores sobre mi escritorio si es verdad». Y la respuesta al instante
fue una fragante lluvia de rosas sobre la mesa del papa, quien en ese momento
procedió a la canonización.
https://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_de_Lima
San Martin de Porres.
San Martín de Porres Velázquez (Lima, 9 de diciembre de
1579-Lima, 3 de noviembre de 1639), de nombre secular Juan Martín de Porres
Velázquez, fue un fraile nacido en el virreinato del Perú, de la orden de los
dominicos. Fue el primer santo mulato de América.
Es conocido también como el santo de la escoba por ser
representado con una escoba en la mano como símbolo de su humildad.
Martín de Porres o Porras fue hijo de un noble burgalés,
caballero de la Orden de Alcántara, Juan de Porras de Miranda, natural de la
ciudad de Burgos, y de una mujer negra, Ana Velázquez, natural de Panamá que
residía en Lima.
Su padre no podía casarse con una mujer de su condición,
porque era muy pobre, lo que no impidió su amancebamiento con Ana Velázquez.
Fruto de esta relación nació Martín y, dos años después, Juana de Porres
Velázquez, su única hermana. Martín de Porres fue bautizado el 9 de diciembre
de 1579 en la Iglesia de San Sebastián de Lima.
Ana Velázquez dio cuidadosa educación cristiana a sus dos
hijos. Juan de Porres estaba destinado en Guayaquil, y desde ahí les proveía de
sustento. Viendo la situación precaria en que iban creciendo, sin padre ni
maestros, decidió reconocerlos como hijos suyos ante la ley. En su infancia y
temprana adolescencia, sufrió la pobreza y limitaciones propias de la comunidad
de raza negra en que vivió.
Vida religiosa
Se formó como auxiliar práctico, médico empírico, barbero y
herborista. En 1594, a la edad de quince años, y por la invitación de fray
Juan de Lorenzana, famoso dominico, teólogo y hombre de virtudes, entró en la
Orden de Santo Domingo de Guzmán bajo la categoría de «donado», es decir, como
terciario por ser hijo ilegítimo (recibía alojamiento y se ocupaba en muchos
trabajos como criado).
Así vivió nueve años, practicando los oficios más humildes.
Fue admitido como hermano de la orden en 1603. Perseveró en su vocación a pesar
de la oposición de su padre, y en 1606 se convirtió en fraile profesando los
votos de pobreza, castidad y obediencia.
De todas las virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía
la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades.
En una ocasión el Convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en
la necesidad de vender algunos objetos valiosos, ante esto, Martín de Porres se
ofreció a ser vendido como esclavo para ayudar a remediar la crisis, el Prior
conmovido, rechazó su ayuda.
Ejerció constantemente su vocación pastoral y misionera;
enseñaba la doctrina cristiana y fe de Jesucristo a los negros e indios y gente
rústica que asistían a escucharlo en calles y en las haciendas cercanas a las
propiedades de la Orden ubicadas en Limatambo.
La situación de pobreza y abandono moral que estos padecían
le preocupaban; es así que con la ayuda de varios ricos de la ciudad entre
ellos el virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, IV Conde de
Chinchón, que en propia mano le entregaba cada mes no menos de cien pesos fundó
el Asilo y Escuela de Santa Cruz para reunir a todos los vagos, huérfanos y
limosneros, y ayudarles a salir de su penosa situación.
Martín siempre aspiró a realizar vocación misionera en países
y provincias alejados. Con frecuencia lo oyeron hablar de Filipinas, China y
especialmente de Japón, país que alguna vez manifestó conocer.
El futuro santo fue frugal, abstinente y vegetariano. Dormía
solo dos o tres horas, mayormente por las tardes. Usó siempre un simple hábito
de cordellate blanco con una capa larga de color negro. Alguna vez que el prior
lo obligó a recibir un hábito nuevo y otro fraile lo felicitó risueño, Martín,
le respondió: «Pues con este me han de enterrar» y, efectivamente, así fue.
Ideal de santidad
Glorificación de san Martín de Porres del artista italiano
Fausto Conti encargada por el papa Juan XXIII para la canonización en San Pedro
de Roma. Se encuentra actualmente en la basílica del Santísimo Rosario, en el
Convento de Santo Domingo de Lima.
Martín fue seguidor de los modelos de santidad de santo
Domingo de Guzmán, san José, santa Catalina de Siena y san Vicente Ferrer. Sin
embargo, a pesar de su encendido fervor y devoción, no desarrolló una línea de
misticismo propia.
Martín de Porres fue confidente de san Juan Macías, fraile
dominico, con el cual forjó una entrañable amistad. Se sabe que también conoció
a santa Rosa de Lima, terciaria dominica, y que se trataron algunas veces, pero
no se tienen detalles históricamente comprobados de estas entrevistas.
La personalidad carismática de Martín hizo que fuera buscado
por personas de todos los estratos sociales, altos dignatarios de la Iglesia y
del Gobierno, gente sencilla, ricos y pobres, todos tenían en Martín alivio a
sus necesidades espirituales, físicas o materiales. Su entera disposición y su
ayuda incondicional al prójimo propició que fuera visto como un hombre santo.
Aunque él trataba de ocultarse, la fama de santo crecía día
por día. Fueron varias las familias en Lima que recibieron ayuda de Martín de
Porres de alguna forma u otra. También, muchos enfermos lo primero que pedían
cuando se sentían graves era: «Que venga el santo hermano Martín». Y él nunca
negaba un favor a quien podía hacerlo.
Su fallecimiento
Casi a la edad de sesenta años, Martín de Porres cayó enfermo
y anunció que había llegado la hora de encontrarse con el Señor. La noticia
causó profunda conmoción en la ciudad de Lima. Tal era la veneración hacia este
mulato que el virrey Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla fue a
besarle la mano cuando se encontraba en su lecho de muerte, pidiéndole que
velara por él desde el Cielo.
Martín solicitó a los dolidos religiosos que entonaran en voz
alta el credo y mientras lo hacían, falleció. Eran las 9:00 p. m. del 3 de
noviembre de 1639 en Ciudad de los Reyes, capital del virreinato del Perú. Toda
la ciudad le dio el último adiós en forma multitudinaria donde se mezclaron
gente de todas las clases sociales. Altas autoridades civiles y eclesiásticas
lo llevaron en hombros hasta la cripta, doblaron las campanas en su nombre y la
devoción popular se mostró tan excesiva que las autoridades se vieron obligadas
a realizar un rápido entierro.
En la actualidad sus restos descansan en la Basílica y
Convento de Santo Domingo, de Lima, junto a los restos de santa Rosa de Lima y
san Juan Macías en el denominado Altar de los Santos de Perú.
Milagros atribuidos
Las historias de los milagros atribuidos a su intercesión son
muchas y sorprendentes, estas fueron recogidas como testimonios jurados en los
Procesos diocesano (1660-1664) y apostólico (1679-1686), abiertos para promover
su beatificación.
Buena parte de estos testimonios proceden de los mismos
religiosos dominicos que convivieron con él, pero también los hay de otras
muchas personas, pues Martín de Porres trató con gente de todas las clases
sociales.
Se le atribuye el don de la bilocación. Sin salir de Lima, se
dice que fue visto en México, en África, en China y en Japón, animando a los
misioneros que se encontraban en dificultad o curando enfermos.
Mientras permanecía encerrado en su celda, lo vieron llegar
junto a la cama de ciertos moribundos a consolarlos o curarlos. Muchos lo
vieron entrar y salir de recintos estando las puertas cerradas.
En ocasiones salía del convento a atender a un enfermo grave,
y volvía luego a entrar sin tener llave de la puerta y sin que nadie le
abriera. Preguntado cómo lo hacía, respondía: «Yo tengo mis modos de entrar y
salir».
Se le reputó control sobre la naturaleza, las plantas que
sembraba germinaban antes de tiempo y toda clase de animales atendían a sus
mandatos. Uno de los episodios más conocidos de su vida es que hacía comer del
mismo plato a un perro, un ratón y un gato en completa armonía.
Se le atribuyó también el don de la sanación, de los cuales
quedan muchos testimonios, siendo los más extraordinarios la curación de
enfermos desahuciados. «Yo te curo, Dios te sana» era la frase que solía decir
para evitar muestras de veneración a su persona.
Según los testimonios de la época, a veces se trataba de
curaciones instantáneas, en otras bastaba tan solo su presencia para que el
enfermo desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperación.
Normalmente los remedios por él dispuestos eran los indicados para el caso,
pero en otras ocasiones, cuando no disponía de ellos, acudía a medios
inverosímiles con iguales resultados. Con unas vendas y vino tibio sanó a un
niño que se había partido las dos piernas, o aplicando un trozo de suela de
zapato al brazo de un zapatero para sanarlo de una grave infección.
Muchos testimonios afirmaron que cuando oraba con mucha
devoción, levitaba y no veía ni escuchaba a la gente. A veces el mismo virrey
que iba a consultarle (aun siendo Martín de pocos estudios) tenía que aguardar
un buen rato en la puerta de su habitación, esperando a que terminara su
éxtasis. Otra de las facultades atribuidas fue la videncia.
Solía presentarse ante los pobres y enfermos llevándoles
determinadas viandas, medicinas u objetos que no habían solicitado pero que
eran secretamente deseadas o necesitadas por ellos.
Se contó además entre otros hechos, que Juana, su hermana,
habiendo sustraído a escondidas una suma de dinero a su esposo se encontró con
Martín, el cual inmediatamente le llamó la atención por lo que había hecho.
También se le atribuyó facultades para predecir la vida propia y ajena,
incluido el momento de la muerte.
De los relatos que se guardan de sus milagros, parece
deducirse que Martín de Porres no les daba mayor importancia. A veces, incluso,
al imponer silencio acerca de ellos, solía hacerlo con joviales bromas, llenas
de donaire y humildad. En la vida de Martín de Porres los milagros parecían
obras naturales. Se dice que en algunos momentos de su vida, tuvo que lidiar
con el diablo; especialmente en el día de su muerte, donde presuntamente el
diablo terminó siendo vencido.
Beatificación y canonización
Reconstrucción facial de san Martín de Porres a partir del
análisis de su cráneo, realizado por el Equipo Brasileño de Antropología
Forense y Odontología Legal (Ebrafol), agosto de 2015.
En 1660, el arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, inició la
recolección de declaraciones de las virtudes y milagros de Martín de Porres
para promover su beatificación, pero a pesar de su biografía ejemplar y de
haberse convertido en devoción fundamental de mulatos, indios y negros, la
sociedad colonial no lo llevó a los altares.
Aunque en 1763 el Papa Clemente XIII emitió un decreto que
afirmaba el heroísmo de sus virtudes, su proceso de beatificación hubo de durar
hasta 1837, cuando fue beatificado por el papa Gregorio XVI en la Basílica de
Santa María la Mayor.
El papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por
Martín de Porres, lo canonizó en la Ciudad del Vaticano el 6 de mayo de 1962
ante una multitud de 40, 000 personas procedentes de varias partes del mundo
nombrándolo Santo Patrono de la Justicia Social, exaltando sus virtudes en la
homilía de canonización:
«San Martín, siempre obediente e inspirado por su divino
Maestro, vivió entre sus hermanos con ese amor profundo que nace de la fe pura
y de la humildad de corazón. Amaba a los hombres porque los veía como hijos de
Dios y como sus propios hermanos y hermanas.
Tal era su humildad que los amaba más que a sí mismo, y que
los consideraba mejores y más virtuosos que él... Martín excusaba las faltas de
otro. Perdonó las más amargas injurias, convencido de que el merecía mayores
castigos por sus pecados. Procuró de todo corazón animar a los acomplejados por
las propias culpas, confortó a los enfermos, proveía de ropas, alimentos y
medicinas a los pobres, ayudó a campesinos, a negros y mulatos tenidos entonces
como esclavos. La gente le llama Martín, el bueno».
La proclamación de Martín de Porres como santo fue sustentada
por las milagrosas curaciones que ocurrieron a una anciana gravemente enferma
en Asunción (Paraguay) en 1948 y a un niño con una pierna a punto de ser
amputada por la gangrena, en Tenerife (España) en 1956.
En el Perú, el cuál había hecho unos años antes una intensa
campaña para difundir su vida y promover la canonización, hubo muchos festejos.
El entonces Presidente de la República, Manuel Prado y Ugarteche, promulgó unos
meses antes el Decreto Supremo N° 61-C (26 de marzo de 1962) por el cual se
denominó a 1962 como “Año de Fray Martín de Porres”, perennizando así la fecha
de canonización del Santo Mulato.
Además, se formó una comisión que organizó en forma urgente e
inmediata- las actividades para celebrar el magno evento. Esta comisión fue
presidida por el doctor Geraldo Arosemena Garland, Ministro de Justicia y
Culto.
El día de la canonización, la ciudad de Lima fue embanderada
por todos los vecinos, en señal de peruanidad. Además, al mediodía repicaron
todas las campanas de las iglesias, acto que se realizó a nivel nacional. El
buque insignia de la armada peruana, Crucero Almirante Grau, realizó una salva
de 21 cañonazos en la Bahía del Callao, mientras que todas las unidades de la
escuadra peruana sonaron sus sirenas. Finalmente, las reliquias de San Martín
de Porres fueron exhibidas en la Iglesia de Santo Domingo hasta el 3 de junio,
lo que permitió ser veneradas por los miles de fieles.
En 1966 el Papa Pablo VI lo proclamó patrón de los barberos y
peluqueros y, en el Perú, de la justicia social. Su festividad en el santoral
católico se celebra el 3 de noviembre, fecha de su fallecimiento.
En diversas ciudades del Perú se efectúan fiestas patronales
en su nombre y procesiones de su imagen ese día, siendo la procesión principal
la que parte de la Iglesia de Santo Domingo, en Lima, lugar donde descansan sus
restos mortales.
Culto en los Estados Unidos
Durante el siglo xx, el culto a fray Martín de Porres cobró
gran importancia entre la población negra estadounidense. Los católicos de
ascendencia africana y esclavizada lo identificaron como una persona que
demostraba la universalidad de la Iglesia católica, y promovían el culto entre
sus propias comunidades.
Como comentó en 1930 Gustave B. Aldrich en la revista The
Chronicle, de la Federación de Católicos de Color (Federated Colored
Catholics), «La representación de santos y grandes hombres de fe negros en
nuestras iglesias católicas de color hará mucho por rehabilitar nuestro
autorrespeto».
Martín de Porres en el cine y la televisión
La primera película sobre la vida de san Martín, fue Fray
Escoba, película española de 1961, del director Ramón Torrado y protagonizada
por el actor René Muñoz.
También Valentín Pimstein produjo en 1964, en México, la
telenovela San Martín de Porres, repitiendo René Muñoz, el papel del santo
mulato.
En 1968, se produjo en Brasil la telenovela O Santo Mestiço,
inspirada en la vida de fray Martín, e interpretada por Sérgio Cardoso.
En el año 1974, nuevamente René Muñoz volvió a encarnar al
santo limeño, en la película méxico-peruana Un Mulato llamado Martín, dirigida
por Tito Davison. En 1972 se produjo, en Argentina, la telenovela El cielo es
para todos, recreando la vida del santo.
En México adaptaron la misma historia y produjeron la
telenovela con el mismo nombre: El cielo es para todos, en 1979, llevando por
última vez a René Muñoz en el papel de fray Martín de Porres.
En 2006, Raimundo Calixto, dirigió al actor Pedro Telémaco,
en Fray Martín de Porres, película para la televisión.
En el 2016, se estrenó la producción peruana Los ratones de
fray Martín, protagonizada por el actor Miguel Carty.
Capítulo «San Martín de Porres» de la serie Prueba de fe
(2016).
Filmografía
1961 - Fray Escoba (España)
1963 - Milagros de san Martín de Porres (México)
1974 - Un mulato llamado Martín/San Martín de Porres (México,
Perú)
Películas para televisión
2006 - Fray Martin de Porres
2016 - Los ratones de fray Martín (Perú)
2017 - San Martín de Porres (EWTN)
Telenovelas
1964 - San Martín de Porres (México)
1968 - O Santo Mestiço (Brasil)
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